Su potente voz, su seguridad al interpretar variadas rancheras y su indiscutible talento lo han hecho merecedor de un reconocimiento en la ciudad. Algunos cucuteños asisten los fines de semana a una discoteca para escuchar a Miller Sebastián Gómez Mora cómo entona con el alma los más grandes éxitos de la música ranchera.

Él, vestido siempre con un impecable traje de mariachi, dirige una completa agrupación con la que interpreta su mejor repertorio. El artista, nacido en Bucaramanga, pero con alma y corazón cucuteño, habló con La Opinión de su historia y sus proyectos. Esto fue lo que nos contó.

Sus inicios

Desde los cuatro años comenzó a cantar y al principio las cosas no eran como él las esperaba.

Siempre hizo parte del coro en el colegio, pero como tenía una voz muy aguda hacía, en ese entonces, las voces de las niñas. “No era algo que me gustaba, pero al coro le favorecía”.

Luego, de manera empírica, aprendió a manejar todos sus dotes musicales hasta que dominó su timbre y tono, para lograr a los 8 años tener la voz que necesitaba y hacer las veces de hombres en la agrupación. Sin embargo mantenía un tono muy alto, que hoy es su gran fortaleza.

Su amor por la música ranchera se la heredó a su papá y a sus abuelos. “Mi papá lleva más de 35 años en la música y fue por él que me gusta este género”. Su padre se llama Édgar Gómez Mantilla, pero es conocido como ‘Miller, el charro de la alegría’.

Su trayectoria lo ha llevado hasta a representar en varias ocasiones a Colombia en concursos y eventos relacionados con la ranchera en México. En el país tiene un gran reconocimiento, especialmente en Bucaramanga, porque ha trabajado en diferentes sitios donde la gente se ha dado cita durante años para deslumbrarse con su arrollador talento.

Sin embargo, a pesar de saber que sus raíces provienen de él, Miller asegura que, pese a ellas, su padre nunca lo encaminó a nada de esto “porque solo tuve contacto con él hasta los 10 años. Yo sabía de él porque mi mamá me contaba que cantaba rancheras y de ahí comencé a escuchar este tipo de música”.

Fue entonces, a los 9 años, cuando empezó a cantar música de Pedro Fernández y justo cuando se ‘encarretó’, comenzó a presentarse en colegios y otras actividades, porque su mamá Adriana Estella Mora lo ponía a cantar en todos lados. En esos años se ganó diferentes concursos, tanto de voz como de baile. Durante 5 años, vivió entre Bucaramanga, Cúcuta y Valledupar, y a sus 15 años se radicó en Cúcuta, donde se presenta en negocios y eventos.

Un sueño hecho realidad

‘El príncipe de la ranchera’, como es conocido Miller Sebastián, ha compartido tarima con grandes músicos del país. En el listado figuran Fabián Corrales, Luis Mateus, Ciro Quiñonez, Rafael Mosquera, Jhon Mendiola, Silvestre Dangond, Jorge Oñate, Poncho Zuleta e Iván Villazón. Sin embargo, lo más importante de su carrera, según él, es haber tenido la oportunidad de compartir con Vicente Fernández en tres ocasiones.

“La primera vez fue muy emocionante. Tenía 14 años. Mi tía trabajaba, en ese entonces, en el hotel Dann Carlton de Bucaramanga. Allí se iba a hospedar el artista mexicano. Llegué allí a las 6:00 de la mañana, me escondí y justo cuando creí que iba a llegar Vicente me vestí de mariachi, con un traje que había comprado dos días antes solo para ese encuentro. Para mi desgracia todo parecía que iba a ser imposible verlo y justo las 5:00 de la tarde me senté en el centro del hotel a llorar. En ese momento un señor con acento muy mexicano me habló”.

Se trataba de uno de los hijos del cantante, quien lo ayudó para que se encontrara con Vicente en su habitación. Miller, junto a su madre, con un nudo en la garganta, subió una a una las escaleras que lo llevaron a encontrarse con su ídolo.

Recostados en su cama, cantando a dúo y fotografiándose juntos, así terminó su inolvidable día, momento que hoy, 9 años después aún reposa en su memoria y corazón.

Sus proyectos

Miller está grabando su primer trabajo discográfico, en el que está fusionando dos líneas musicales: ‘ranchero-norteño’. La idea es no perder la esencia de cada uno.

El disco está compuesto por 10 canciones. Dos de ellas son de su autoría, cuatro ‘reencauches’, como él las llama, son canciones que fueron éxito en la voz de reconocidos artistas y que ahora él quiere revivir, pero con su propio estilo. Y finalmente hay cuatro temas más que fueron escritos por otros compositores. La producción está a cargo de Rafael Mosquera Producciones, en Cúcuta.