Tres cosas caracterizaron las elecciones de ayer en Cúcuta y Norte de Santander: asistencia masiva a las urnas, de principio a fin; la caída de la plataforma de la Registraduría durante gran parte de la jornada, y completa calma en el orden público.
Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: https://bit.ly/_Suscríbete_Aquí
Todos, incluidas autoridades y electores, coincidieron en que la contienda para elegir un nuevo Congreso, además de decidir los nombres de los candidatos presidenciales que liderarán las coaliciones Equipo por Colombia, el Pacto Histórico y la de Centro Esperanza rebasó todos los pronósticos en materia de votación.
Desde mucho antes de abrirse las puertas de los puestos de votación se observaron largas colas de electores, y así se mantuvo la tendencia, hora tras hora, hasta el cierre del ejercicio democrático, sin importar incluso las condiciones climáticas que por momentos amenazaron con interrumpir la asistencia de público a las urnas, sobre todo en los puestos a lo largo del anillo vial y Villa del Rosario.
Lo mejor del ejercicio democrático fue, sin duda alguna, la tranquilidad que prevaleció en Cúcuta y el resto del departamento en materia de orden público, pese a que existían prevenciones desde días anteriores sobre los sobresaltos que podrían poner en riesgo las elecciones.
No obstante, algo que contrastó con esta calma fueron las quejas que se escucharon en casi la totalidad de los 430 puestos de votación, relacionadas con la caída de la plataforma de la Registraduría, algo que exacerbó los ánimos de muchos electores que no pudieron enterarse durante horas en qué mesa les correspondía sufragar.
Ana Dolores García, de 49 años, fue una de las afectadas que hasta minutos antes del mediodía no había podido cumplir con el derecho al voto, “todo porque la Registraduría no pudo estabilizar el sistema. Toda la mañana no funcionó”, dijo.
A esta queja se sumó la denuncia de Gloria Yajaira Urbina Millán, quien no pudo sufragar porque su cédula y la de su hijo aparecieron anuladas en el puesto de la sede de María Auxiliadora de la Institución educativa Pablo Correa León, en La Libertad.
“Siempre hemos votado con mi hijo en este puesto y ahora resulta que en esta oportunidad no se pudo y, lo peor, la Registraduría no supo decirnos qué pasó”, dijo Urbina.
No importaron las limitaciones para votar
Algo que llamó la atención en muchos puestos de votación fue el fervor demostrado por adultos mayores y jóvenes en condiciones de discapacidad para cumplir con la democracia, sin importar que para ello tuvieran que subir escaleras y muros para llegar a las mesas donde les correspondía sufragar.
La Policía sirvió de apoyo a estas personas en colegios como el Integrado de Atalaya, Pablo Correa León, Salesiano y Padre Luis Variara. “No deberían poner puestos de votación en colegios donde la movilidad es imposible para quienes nos movilizamos en sillas de ruedas”, dijo Alma Rosa Pérez, en franca alusión a las instalaciones del colegio Integrado de Juan Atalaya, que no tiene rampas para el desplazamiento de esta población.
Pero también hubo quienes llegaron cargados por sus familiares para poder votar, como ocurrió en la Escuela Sagrado Corazón, sede de Antonia Santos, donde una joven de nombre Claudia Patricia fue llevada por su primo Carlos Andrés a sus espaldas debido a una lesión que sufrió en su tobillo.