Europa por estos días vive con temor. Temor de lo que acaba de suceder con las elecciones griegas en las que un joven acaba de ganar y en las que ya anuncia acabar con las fuertes medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea que los llevó a soportar los peores años de  sacrificio.

Las imágenes quedan, y probablemente las que con mayor inquietud observan las gentes de otros países de Europa son aquellas que corresponden al invierno del año 2.014 en las que los griegos, en la ruina, iban a zonas boscosas tratando de encontrar madera para llevar a sus casas y sobrepasar esa angustiosa navidad.

La economía estaba en bancarrota, se habían perdido más de un millón de empleos, los jubilados no recibían sus pensiones y vivían en la mendicidad, cada vez  los suicidios eran más frecuentes. Esas imágenes aún las recuerdan las gentes de otros países, y tienen el temor que la historia se repita pero en sus países. A nivel de gobiernos y de la unión europea el gran temor que corre por estos días es que el segundo país que siga el mismo camino de Grecia, sea España, y ya tienen candidato.

En Barcelona se calcula que hoy en día hay 350.000 jóvenes profesionales sin ninguna posibilidad de empleo, y los cesantes en España llegan al 23%.

En esa panorama que vive Europa, al que se suma el otro detonante que recibiera a principios de año  con el ataque terrorista al periódico Charlie Hebdo en París, colocan a ese continente al que por muchos años lo vimos como apacible, abierto a todas las manifestaciones y expresiones artísticas y culturales, con esa expectativa maravillosa en la que tan solo era suficiente tomar un tren y con algunas pocas horas de viaje se encuentra un paisaje, gente, costumbres y literalmente un país totalmente diferente, dispuesta a mostrarse a los turistas y a los estudiantes, esa Europa en los próximos meses va a cambiar sustancialmente.

Ahora será desconfiada con el extranjero, en donde incluso creo que el tema que se venía aprobando de acabar con la visa schengen quedará apenas como una buena intención, porque de ahora en adelante probablemente veremos un continente en la que la exaltación de los nacionalismos, como acaba de suceder con Grecia, se extienda a países con grandes crisis como España, Portugal e Italia en circunstancias que todavía están por verse.

Con el ataque al periódico de París, la extrema derecha francesa representada por Marie Le Pen del frente nacional, movimiento que tiene un claro propósito de combatir al extranjero, sin proponérselo ganó espacio, y se le abre una buena posibilidad frente a las próximas elecciones presidenciales de llegar al Elíseo.

Lo cierto es que esa combinación de crisis económica y terrorismo que por estos días vive Europa constituye un coctel muy peligroso en donde las  manifestaciones xenófobas irán en aumento, en circunstancias muy particulares de algunos países en donde se calcula que la mitad de los niños que hoy en día nacen en Francia son de origen árabe, con un crecimiento de la economía en los últimos dos años nulo, pueden colocar hacer esa Europa romántica y abierta a todo tipo de expresiones culturales, a un territorio hostil y conflictivo. Por ello no es gratuito que hoy en día en el parlamento europeo haya ganado escaños un movimiento de origen nazi. Todo lo que genera el efecto político griego.