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El acertijo
Uno se detiene ante las encrucijadas, que son como el reto a la medida de la capacidad de evolución que posee, de la evolución integral me refiero, la que surge de la profundidad del alma para asomarse a la vida de la luz. (Un ejemplo apropiado es el de Tamino, en la ópera de Mozart “La Flauta Mágica”, cuando en su peregrinar de pruebas de silencio y paciencia se halla frente a tres puertas: la del centro, la sabiduría, la de la derecha, la razón y, la de la izquierda, la de la naturaleza).
Domingo, 19 de Octubre de 2014
Uno se detiene ante las encrucijadas, que son como el reto a la medida de la capacidad de evolución que posee, de la evolución integral me refiero, la que surge de la profundidad del alma para asomarse a la vida de la luz. (Un ejemplo apropiado es el de Tamino, en la ópera de Mozart “La Flauta Mágica”, cuando en su peregrinar de pruebas de silencio y paciencia se halla frente a tres puertas: la del centro, la sabiduría, la de la derecha, la razón y, la de la izquierda, la de la naturaleza).

¿Cuál camino emprender? Es la constante inquietud de toda esa estructura misteriosa que es la vida. La evolución integral es una medida de la interpretación de las señales de madurez y espiritualidad que aparecen, titilantes, en el alma de los seres humanos, para retarlos a asumir una opción que esté más allá de sus posibilidades meramente humanas.

Y, si titilan, es que poseen contenidos latentes, que son como señales de los sueños que bullen desde el infinito, sondas sagradas que sólo se captan desde la intención de franquear las puertas adecuadas. Y por eso, detenerse es una de las mejores alternativas para superar las pruebas, para medir y sopesar las consecuencias de cualquiera de las decisiones que se tomen.

Esa ha sido, quizá, la justificación de mi interés por la filosofía, en medio de mis inconsistencias y la fragilidad de mi personalidad, además de las limitaciones de mi inteligencia: lo que puedo concluir es que el hecho de asomarse a esa energía que se desprende de lo universal, le permite a uno pensar más allá de su propia escasez e ir, o avanzar, según su deseo, a esa dimensión del arte interior de ser cada vez mejor.

Qué bueno es eso, y qué cantidad de transformaciones se originan a partir del anhelo de comprender que los pensamientos pueden transferirse a una especie de sede de la consciencia, allí donde se encuentra la sublimación, que es el estado mediante el cual uno puede cambiar sus instintos en virtudes, o en formas de vida ética en función del porvenir, sin dejar de lado las cosas humanas, por supuesto, pero priorizando o ponderando todo, para sentir que su escogencia ante las encrucijadas es una notable avanzada en el criterio.
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