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Editorial
Salió mal la ciclovida
La dura realidad demostró que la malla vial de capital de Norte de Santander.
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Viernes, 30 de Septiembre de 2022

Lo único atractivo es el nombre: ciclovida nocturna. Porque si fue un experimento el tubo de ensayo se rompió el 28 de septiembre. Y si es el inicio de una política pública para  masificar la actividad física en Cúcuta, resultó siendo una ‘enguayabada’ fiesta de cumpleaños.

Es que dicha actividad se organizó como celebración de un año más de la avenida Los Libertadores, que según un recuento histórico de La Opinión tiene origen en una ordenanza de 1928 y un Acuerdo de septiembre de 1943. Haciendo un paréntesis, ojalá ambas corporaciones se pongan manos a la obra y lancen ideas y propuestas para entre todos superar esta debilidad en la  transitabilidad.

Lo ocurrido en 28 de septiembre en la noche debe de llamar a la reflexión a la administración municipal en su conjunto sobre la necesidad de poner la planeación por encima de todo, para prever los pro y los contra de este tipo de acciones cívicas.

Aquí sin dudarlo, les falló el cálculo. Una gran parte del tráfico vehicular de la hora pico colapsó ante el cierre del trayecto sur-norte de ese eje vial sobre el cual se levanta El Malecón.

Ojalá al menos las autoridades de tránsito, los señores de Planeación Municipal, los encargados de la Secretaría de Infraestructura y del Área Metropolitana, así como el centro de pensamiento hayan tomado nota del caos que se formó en las calles, para que tomen en cuenta ese insumo en la proyección de la ciudad.

La dura realidad demostró que la malla vial de capital de Norte de Santander tiene ejes débiles que se quedaron pequeños para soportar el volumen del parque automotor y que es urgente la activación del plan de movilidad de la ciudad y, por supuesto, proyectar y ejecutar nuevas vías.

Deben proceder a determinarse acciones de desarrollo urbanístico en que se les de prelación a la ampliación vial y la apertura de nuevos corredores viales, porque de lo contrario lo que ocurrió la noche del 28 nos indica que esta ciudad de frontera no va a poder soportar, por ejemplo, una apertura del tráfico de vehículos particulares, desde Venezuela.

Y Tránsito Municipal debe de entender que la ciudad no se puede dejar desatendida ni un minuto, en esta materia de la circulación vehicular, y menos cuando se decide cerrar un carril como ese de El Malecón, y ni siquiera sacar a las calles a los policías para que ayuden a dar fluidez al tráfico automotor.

El 28 de septiembre será recordado no por el inicio de la ciclovida ni el cumpleaños de la Libertadores, sino por el monumental atasco que afectó a quienes salían del trabajo o del estudio para sus casas y quedaron en filas de automóviles que se movían lentamente mientras trataban de buscar salidas, en medio de la hora pico nocturna.

Ojalá la lección haya sido aprendida por la administración municipal. Los ciudadanos no son los responsables de lo ocurrido. Aquí la evidencia que surgió es que no hubo coordinación ni estructuración de rutas alternas para facilitar la circulación sin mayores inconvenientes adicionales a los que ordinariamente ocurren.

La ciclovida es buena, claro está. Pero el señor que va en la buseta, en el carro o en el taxi también merece llegar pronto a casa sin padecer los efectos nocivos de un plan de beneficio para quienes gustan hacer ejercicio o circular en el ‘caballito de acero’.

Esa no es la forma de transmitir mensajes para inducir al cucuteño hacia una ciudad amigable con el medioambiente. Eso lo que deja es una percepción de improvisación. Ciclovida sí, pero no así como la del 28, pues la ciudad debe de ser incluyente y pensar en todos sus habitantes.

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