Si, además, el nuevo secretario de Tránsito dedicara todo el tiempo que se necesite para sanear una dependencia que huele a podrido desde lejos, le estaría dando a Cúcuta un regalo de los que jamás se olvidan.
Les ocurre mucho a los alcaldes, en especial a aquellos que dedican todos sus recursos, y más, a buscar el triunfo electoral y se desinteresan por su plan de administración. Por eso, cuando comienzan su período, echan mano del recurso más a mano que tienen: la improvisación.
Está ocurriendo en Cúcuta con la movilidad de la ciudad. En dos semanas han hecho más cambios en el programa de pico y placa que los efectuados desde cuando se adoptó la medida para la ciudad.
Cuando se esperaba que desde el primer día de enero, la administración de César Rojas comenzara a funcionar a plenitud, con base en todas sus propuestas y en los estudios que debió hacer incluso antes de lanzar su campaña, las cosas no se dieron así.
En algunas dependencias, la secretaría de Tránsito, por ejemplo, la presión de la ciudadanía para que actuaran llevó a echar mano del recurso menos idóneo de todos: la improvisación. En Tránsito, especialmente…
Los asuntos relativos con la movilidad tomaron por sorpresa a los nuevos funcionarios, que emitieron normas muy temporales, tanto, que varias veces las han cambiado, a fin de ajustarlas a una realidad que desconocían totalmente.
No queda duda de que se está apelando al juego del acierto y el error, y el balance es desalentador, en especial porque los errores han sido muy graves si se les compara en magnitud con los aciertos que, además, son intrascendentes.
La incomodidad de los cucuteños surge cuando el funcionario que nombró el alcalde para manejar el tránsito y garantizar a la ciudad una óptima movilidad, en vez de asumir la responsabilidad de todos sus actos, en arte de birlibirloque la transfiere a los medios de comunicación.
El perímetro del área de restricción, aquella donde se busca que no circulen ciertos autos y ciertas motos, ha sufrido varias modificaciones: primero, porque no se dijo que por él se podía transitar; luego, porque se necesitaba permitirles el paso a los vehículos por el extremo sur, y finalmente, porque se debía aclarar que en el Canal Bogotá habrá doble régimen, según la calzada.
Luego, modificaron los sujetos de la norma, como solución a los problemas creados por una decisión absurda e inconsulta que fijaba dos días de pico y placa para las motocicletas: martes, para las máquinas con placas pares, y jueves, para las impares.
Cuál era el sentido de establecer solo dos días de restricción para las motos, fue algo que no se explicó ni se explicará: no tiene ningún sentido; en cambio, sí, es fuente de serios problemas que, por fortuna, se solucionaron cuando decidieron que para las motos se aplicará la misma norma que para los autos particulares: 20 por ciento de ellas estará parada cada día de la semana. Con solo dos días, las empresas de mensajería, por ejemplo, quedaban en la lona, pues la mitad de sus mensajeros quedaba neutralizada un día completo.
Sin embargo, mientras en la secretaría de Tránsito su titular afirmaba que la medida de las motocicletas comenzaría a ser aplicada luego de que el Concejo la aprobara, en la calle, ayer, la Policía adelantaba una operación pedagógica con los motociclistas que habían infringido la norma.
Quizás se deba todo a la novatada, es decir, a que tal vez algunos mandos medios se estén estrenando en cargos de mucha responsabilidad, y no aciertan en lo que deciden. Mientras en Tránsito no resulten reiterando el cuento de que los semáforos fallan por el calor, no hay mayor problema.
Si, además, el nuevo secretario dedicara todo el tiempo que se necesite para sanear una dependencia que huele a podrido desde lejos, le estaría dando a Cúcuta un regalo de los que jamás se olvidan.
Desde luego, para ello es imperativo conocer la dependencia, algo que, por ahora, al menos, no parece ocurrir.