Lunes, 1 de Julio de 2013
Con ocasión de mi artículo dedicado a los abogados, cuya fecha de celebración, según periódicos especializados como Ámbito Jurídico, es el 22 de junio, sin saberse el por qué se escogió ese día, un asiduo lector de mi columna me ayuda a poner en orden las ideas.
Para los profesionales del derecho y ciencias políticas es familiar la figura del londinense Tomás Moro, autor del famoso libro “Utopía o Libro áureo, no menos saludable que festivo, de la mejor de las repúblicas de la nueva isla de Utopía”, como aclara Pokrovski en su Historia de las ideas políticas, donde luego de analizar una variedad de temas se advierte el interés de Moro por organizar una república completa, con base comunal, y se advierte, también, lo que dicen sus biógrafos en el sentido que fue un “abogado distinguido”. La formación de Moro es religiosa y jurídica, pues al abandonar temporalmente la primera su padre le sugiere estudiar Derecho en Lincoln´n Inn, donde su progenitor había estudiado la misma carrera y desempeñado con honores en el Alto Tribunal Judicial. La citada obra de Tomás Moro es clásica en el estudio de las Ciencias Políticas, porque clásico no es lo que se escribió en época pretérita, sino lo que resiste el paso del tiempo sin marchitarse y, además, tiempo después, dio su nombre a lo que los marxistas en forma burlona llamaron socialismo utópico -porque era una propuesta quimérica- en oposición al socialismo científico.
El 31 de octubre de 2000 el papa Juan Pablo II, en su Carta apostólica en forma de motu proprio, declaró a Tomás Moro como patrono de los gobernantes y políticos porque, como bien afirma el documento, “Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su país”, “La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política” y “Se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia”. En muchas biografías se ha hecho extensivo este patronado a los abogados, como aquella que dice “Qué gran modelo es santo Tomás Moro para todos, en especial para los políticos, gobernantes y abogados. Pidámosle que su valentía les inspire para mantenerse firmes e íntegros en la verdad sin guardar odios ni venganzas”.
Cuando el rey Enrique VIII declaró el “Acto de supremacía”, mediante el cual se proclamó Jefe de la Iglesia nacional inglesa porque el Papa no quiso concederle el divorcio de su primera esposa, el anciano obispo Juan Fischer y Tomás Moro no adhirieron a dicha proclamación y fueron ejecutados el 22 de junio y el 10 de julio de 1535, respectivamente. Parece que quienes fijaron el 22 de junio como Día del abogado no se fijaron bien en las fechas y las trastocaron; pero en el mundo se celebra el 22 de junio como el día de santo Tomás Moro. Otros profesionales del derecho celebran el Día del abogado el 14 de julio, día de la Toma de la Bastilla, en Francia, que dio al traste con el régimen feudal y dio inicio a la Revolución francesa de 1789. De todas maneras las dos fechas nos son ajenas, y hay países donde se honran juristas nativos para celebrar el Día del abogado, que no es una fecha común en todos los países. No obstante lo anterior, el 22 de junio es el día de los políticos, gobernantes y abogados, tres figuras muy estimadas por sus conciudadanos.
Para los profesionales del derecho y ciencias políticas es familiar la figura del londinense Tomás Moro, autor del famoso libro “Utopía o Libro áureo, no menos saludable que festivo, de la mejor de las repúblicas de la nueva isla de Utopía”, como aclara Pokrovski en su Historia de las ideas políticas, donde luego de analizar una variedad de temas se advierte el interés de Moro por organizar una república completa, con base comunal, y se advierte, también, lo que dicen sus biógrafos en el sentido que fue un “abogado distinguido”. La formación de Moro es religiosa y jurídica, pues al abandonar temporalmente la primera su padre le sugiere estudiar Derecho en Lincoln´n Inn, donde su progenitor había estudiado la misma carrera y desempeñado con honores en el Alto Tribunal Judicial. La citada obra de Tomás Moro es clásica en el estudio de las Ciencias Políticas, porque clásico no es lo que se escribió en época pretérita, sino lo que resiste el paso del tiempo sin marchitarse y, además, tiempo después, dio su nombre a lo que los marxistas en forma burlona llamaron socialismo utópico -porque era una propuesta quimérica- en oposición al socialismo científico.
El 31 de octubre de 2000 el papa Juan Pablo II, en su Carta apostólica en forma de motu proprio, declaró a Tomás Moro como patrono de los gobernantes y políticos porque, como bien afirma el documento, “Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su país”, “La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política” y “Se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia”. En muchas biografías se ha hecho extensivo este patronado a los abogados, como aquella que dice “Qué gran modelo es santo Tomás Moro para todos, en especial para los políticos, gobernantes y abogados. Pidámosle que su valentía les inspire para mantenerse firmes e íntegros en la verdad sin guardar odios ni venganzas”.
Cuando el rey Enrique VIII declaró el “Acto de supremacía”, mediante el cual se proclamó Jefe de la Iglesia nacional inglesa porque el Papa no quiso concederle el divorcio de su primera esposa, el anciano obispo Juan Fischer y Tomás Moro no adhirieron a dicha proclamación y fueron ejecutados el 22 de junio y el 10 de julio de 1535, respectivamente. Parece que quienes fijaron el 22 de junio como Día del abogado no se fijaron bien en las fechas y las trastocaron; pero en el mundo se celebra el 22 de junio como el día de santo Tomás Moro. Otros profesionales del derecho celebran el Día del abogado el 14 de julio, día de la Toma de la Bastilla, en Francia, que dio al traste con el régimen feudal y dio inicio a la Revolución francesa de 1789. De todas maneras las dos fechas nos son ajenas, y hay países donde se honran juristas nativos para celebrar el Día del abogado, que no es una fecha común en todos los países. No obstante lo anterior, el 22 de junio es el día de los políticos, gobernantes y abogados, tres figuras muy estimadas por sus conciudadanos.