Sí, cuando Fabriana tenía nueve años, edad en la que muchos otros niños sueñan con un juguete, un paseo o ser súper héroes, ésta pequeña antioqueña soñaba con ser la mejor del mundo, con ganar muchas medallas de oro y, 13 años después es la mejor del planeta.
Nació en Envigado (Antioquia) el lunes 15 de mayo de 1995, vivió sus primeros cinco años en Rionegro, porque su mamá, Patricia Pérez, trabajaba en la Fuerza Aérea. En el oriente antioqueño conoció la pasión de su vida: el patinaje, y a los cinco años regresó al municipio que la vio nacer para iniciar la construcción de un sueño que se cristalizó cuando cumplió 22.
Fue en Rionegro donde tuvo sus primeros patines, no eran en línea, fueron de cuatro ruedas “de colores, muy bonitos”, recuerda Fabriana, porque eran para patinaje artístico, sin embargo, cuando viajó a su primera competencia, en La Ceja, llegó con el vestido artístico y la competencia era de velocidad. El destino quería que fuera patinadora, pero de carreras.
No se devolvió, compitió con patines de cuatro ruedas frente a niñas de patines en línea y les ganó. Se colgó sus primeras medallas y lo recuerda no por su memoria, de la que dice no es muy buena, sino porque lo tiene presente en un vídeo de la época que don Fabián Arias, su padre, guarda en un casete de formato VHS. Allí también aparece Santiago, su hermano, quien recién había nacido, “más bonito”, dice Fabriana.
Al regresar a Rionegro la entrenadora le recomendó dedicarse al patinaje de carreras y fue el mejor consejo de toda su vida, una vida que parecía aparejar todo para que Fabriana fuera quien es hoy, la reina de los Juegos Mundiales de Polonia, pues con su familia tuvieron que regresar a Envigado y allí empezó la construcción del sueño.
El Club Paen apareció en el camino para dedicar su vida al patinaje de carreras, que la llevó a su primer viaje oficial en 2004, con nueve años de edad, para competir en un nacional, en el que ganó dos pruebas, la de puntos y la de los 1000 metros. Allí empezó a tomar forma el sueño de ser la mejor del mundo.
“Desde muy niña mi sueño más grande era estar en la selección Colombia y ser campeona mundial”, afirma Fabriana, quien en ese momento buscaba a Carolina Upegui, Jennifer Caicedo y a la ‘Chechi’ Baena para tener una foto o un autógrafo.
El estudio
Como todo deportista que quiere llegar al alto rendimiento, el estudio es un obstáculo que debe saber superar, pero Fabriana tenía un apoyo poco usual en sus padres: “Mis papás nunca me presionaron por estudiar, porque piensan igual que yo, que para ser deportista es un ratico y para estudiar está el resto de la vida y si estoy ganando, viviendo bien, construyendo un excelente futuro para mi vida, el estudio no me lo va a dar, así que debo aprovechar mi momento al máximo”.
Pero tampoco como para dejar de estudiar, simplemente el consejo de don Fabián era: “Pase el colegio, no tiene que ser la mejor allá, sea la mejor en patinaje, si lo quiere, no se complique con el colegio, para estudiar está toda la vida, pero para ser la mejor del mundo en el patinaje hay una edad”.
Y aunque no fue la mejor y en grado once perdió ética y religión, se graduó con honores, luego de un largo camino que inició con la primaria en el Colegio El Salado de Envigado y luego tuvo tres instituciones educativas en el bachillerato, siempre para dar prioridad al deporte, a su pasión, al sueño que ya es realidad.
En sexto grado don Fabián la inscribió en el Inem de Medellín porque quería que fuera bachiller del mismo colegio de donde él es egresado, sin embargo, en séptimo el Inem se cursa en jornada tarde, entonces por los entrenamientos, que inician a las 5:30 de la tarde, tuvieron que pasar a Fabriana para el Colegio José Manuel Restrepo Vélez – Jomar.
Allí la jornada de tarde es para el octavo grado, así que de nuevo, por el patinaje, hubo cambio para el Alejandro Vélez Barrientos, donde sí era siempre en la mañana y pudo terminar, con normalidad hasta décimo y con el inicio del alto rendimiento en once, lo que generó esa pérdida de ética y religión, más un tercer periodo muy difícil para Fabriana.
Hasta décimo todo fue normal porque sólo entrenaba en las noches y hacía bicicleta los sábados, pero ya en once Fabriana, y con tenía 16 años, estaba enfocada en ser selección Colombia, por eso debía entrenar a doble jornada, con tres veces en la semana en las mañanas, lo que la obligaba a estudiar de 6 a 8 de la mañana, entrenar de 8:30 a 10:30 y regresar al colegio para la ultima hora.
Tras el colegio intentó estudiar Entrenamiento Deportivo en el Instituto Cefit, pero no siguió por el agotamiento, pues afirma que lo que quiere hacer, lo quiere hacer tranquila y muy bien, así que decidió ser deportista, para no tener estrés y no hacer dos cosas a medias.
El alto rendimiento
El alto rendimiento llegó a la vida de Fabriana con el colegio, porque su primer gran evento nacional fue la final de los Juegos Intercolegiados de 2009, que daba cupo a la selección Colombia para el internacional de México. El evento fue en Duitama (Boyacá) y junto con Melissa Lopera y Paola Serrano integraron la Selección Antioquia, con una particularidad, ellas tenían 16 años de edad y ya estaban en Selección Colombia, mientras Fabriana tenía 14 y competía por primera vez a ese nivel.
Ganó un oro, una plata y sumado a otras buenas posiciones, se clasificó para su primera Selección Colombia y con ella el primer gran sueño de la vida, que la llevó a competir en México, donde también ganó un oro y una plata, pero esa Selección era de nivel intercolegiado, todavía estaba pendiente vestir la misma licra de Carolina Upegui, Jennifer Caicedo y la ‘Chechi’ Baena.
Y el sueño no tardó, fue dos años después, cuando cursaba 11, cuando sintió que podía dedicarse al alto rendimiento, porque quería “ser la mejor del mundo, hacer historia en mi deporte y a medida que pasaban los años, que llegaban títulos más importantes, empezaron a llegar reconocimientos, apoyos, pagos de incentivos y ahí me doy cuenta que me podía dedicar a ser profesional del deporte”.
En ese 2011 no sólo fue Selección Colombia, también fue campeona mundial, porque viajó en el equipo juvenil para el Campeonato Mundial de Corea y, aunque corrió dos pruebas, conquistó la medalla de oro en los relevos junto con Paola Serrano y Natalia Giraldo: “fue muy bonito, lloré de la emoción”.
Con ese mundial se consolidó el alto rendimiento en la vida de Fabriana, quien desde 2012 se dedicó tiempo completo al patinaje y “ha valido la pena, porque esto es mi vida, me lo ha dado todo, he conocido el mundo entero gracias al patinaje, es mi trabajo y gracias a esto vivo bien y estoy bien económicamente”.
Fue la reina de los Juegos Nacionales 2015, la reina de los Juegos Mundiales 2017, tiene 11 títulos mundiales, en 2016 ganó por primera vez el Interligas en Colombia y en su camino está por delante el Ciclo Olímpico Tokio-2020, que para el patinaje va hasta los Juegos Panamericanos, porque todavía no está en el programa de los Juegos Olímpicos, algo que no le genera frustración porque ya fue la mejor de los mejores en sus olímpicos, en los recientes World Games.