El club Atlético Nacional de Medellín ha ganado quince campeonatos de la primera división, dos Copas Colombia, dos Superligas, y cinco títulos internacionales entre los cuales sobresale la Copa Libertadores de 1989, sin lugar a dudas el más valioso de los trofeos que hoy posa en las vitrinas del equipo paisa.
Esta noche Atlético Nacional se encuentra ante la posibilidad de seguir aumentando su palmarés e historia internacional, pues noventa minutos lo separan de levantar su segunda Copa Libertadores cuando enfrente al sorprendente Independiente del Valle, el humilde equipo de Sangolquí que llegó en 2010 a la primera división de Ecuador y hasta ahora ha sido incapaz de levantar un título.
Sin embargo, y pese a los obligados cambios que trae cada época; nada se compara con la hazaña que lograron aquel 31 de mayo de 1989 los hombres dirigidos por Francisco Maturana en el estadio El Campín de Bogotá, ante el temido Olimpia de Paraguay que por ese entonces era considerado como uno de los ‘gigantes de América’.
Hoy, desde la tranquilidad de su casa, el cucuteño Miguel Alfredo Núñez Gómez recuerda cómo ese grupo de jugadores, integrado solo por futbolistas colombianos, lograba la que sería considerada durante mucho tiempo una gesta en la historia del fútbol colombiano.
“Fue algo increíble porque lo logramos con una nómina de puros jugadores ‘criollos’. En ese momento éramos campeones de América y nadie en Colombia lo había logrado”, sostiene.
De sus años con Nacional no guarda busos, ni camisetas, ni prendas que le recuerden sus actuaciones como capeón de América. Lo que sí guarda con un valor intangible que menciona cada vez que puede, es la medalla que le colgaron esa noche de mayo mientras las tribunas del Campín estallaban con los cantos de la afición antioqueña.
“Lo mejor son los recuerdos que le quedan a uno por dentro. Las anécdotas y los amigos que dejan esos gratos momentos. El resto se va, pero los recuerdos siempre quedan”, afirma con sabiduría.
Y de esos tantos recuerdos que archiva en su memoria un lugar muy importante se lo llevan las historias que vivió al lado del héroe de esa camada de jugadores, ‘El Loco’ René Higuita.
Higuita fue el estandarte de ese Atlético Nacional campeón de América, no solo por los cuatro penales que atajó en la final contra Olimpia, sino por el liderazgo que ejercía en el grupo dentro y fuera de la cancha.
“René Higuita es una excelente persona, es muy humano, muy buen compañero. Para mí en ese momento era el mejor arquero del mundo. Me quedaba mirándolo en los entrenamientos y hacía unas cosas que uno no se imaginaba nunca. En ese momento estaba joven y daba mucho espectáculo, era un monstruo para tapar”, dice el exarquero del Cúcuta Deportivo, Once Caldas y Deportivo Independiente Medellín.
Aunque no disputó ningún partido de esa Copa de 1989, porque el amo y señor del puesto era el inigualable René Higuita, Núñez aún tiene frescos los recuerdos de esas largas concentraciones, de las horas de viaje y de las charlas que les daba Maturana antes de cada juego.
“René estaba en muy buen momento, yo alternaba el arco de Nacional porque a él lo habían llamado a la selección Colombia. ‘Pacho’ Maturana es una persona muy mesurada, muy calmada, es una persona que no demuestra los nervios pero que por dentro lleva todo eso. Era muy allegado a nosotros, confiaba mucho en nosotros y nos inculcaba que se podía lograr, que nadie era mejor que nosotros, que éramos el mejor equipo del mundo, y así nos creíamos”.
Hoy observará el partido en su casa, junto con su familia, pero le queda el sabor amargo de no haber sido tenido en cuenta por el equipo, ni él ni ninguno de los campeones de 1989, para presenciar el partido en el Atanasio Girardot. “He hablado con varios amigos de los que integramos esa nómina y a ninguno tuvieron en cuenta para este partido. Es algo que nos duele, pero, qué más se hace; acá seguiremos viejos pero vivos”, reconoce entre risas.