Cuando Andrés Felipe Zafra entrenaba con sus amigos en la escuela de fútbol de Quinta Oriental, en el año 2010, no se imaginaba que un deporte hasta entonces desconocido iba a cambiar el rumbo de su vida.
En un país donde reina el fútbol y en el que miles de niños sueñan su futuro en el profesionalismo, Andrés Felipe no era la excepción y trabajaba todos los días en la cancha por mejorar su técnica como delantero. Su única preocupación era anotar goles.
En 2011, un accidente automovilístico lo alejó del balón de fútbol, la cancha de tierra y los entrenamientos diarios. La recuperación fue larga y la ilusión por convertirse en un gran delantero se fue mermando, al punto de perder las ganas que sentía por amarrarse los guayos para ir a patear al arco.
Mientras Andrés Felipe perdía las ganas por volver a jugar fútbol, en algunos barrios de Cúcuta empezaba a tomar fuerza el programa ‘Más niños jugando rugby’, que buscaba como principal objetivo llevar a los sectores más vulnerables de la ciudad una práctica nueva para alejar a los niños y niñas de los focos de violencia y drogadicción.
El programa tenía como estrategia de masificación visitar los colegios en los barrios Alfonso López, Cundinamarca y Los Olivos, haciendo pequeñas demostraciones de movimientos y jugadas de rugby para sembrar la curiosidad y el interés en los estudiantes.
Daniel Avellaneda fue el monitor que tuvo la misión de promocionar el programa en las instituciones educativas de los barrios San Luis y San Martín, y así llegó hasta el colegio Misael Pastrana, del barrio San Mateo, en donde Andrés Felipe Zafra estaba a punto de graduarse.
Su metro con noventa y seis centímetros de estatura lo diferenciaban ampliamente entre todos los estudiantes del colegio, y Daniel Avellaneda lo detectó de inmediato, como un gemólogo cuando tiene en frente un fino diamante.
Le lanzó la invitación, pero Zafra por el momento no tenía en mente aprender un deporte nuevo en el que iba a tener que estar golpeándose con los rivales y arrastrándose por el suelo.
Rechazó varias invitaciones después de la primera hasta que un día se decidió a ir a un entrenamiento. Antes, Daniel Avellaneda ya había hablado con William León, el promotor y responsable del programa ‘Más niños jugando rugby’, y le había advertido sobre un muchacho de 15 años de un colegio en San Martín que medía casi dos metros, al cual le veía mucha proyección en el deporte.
Una carrera contrarreloj
El ascenso que tuvo Andrés Felipe Zafra desde ese primer entrenamiento, hasta entonces, ha sido increíble.
El muchacho espigado y flaco que no tenía muchas ganas de aprender a jugar rugby se convirtió, al cabo de tres años, en una locomotora que literalmente le pasa por encima a los rivales que lo superan en edad, pero no están ni cerca de su potencia física.
En su corta pero maratónica trayectoria reconoce que han sido fundamentales dos personas: Daniel Avellaneda, por convencerlo de aprender el deporte, y William León, por imprimirle la motivación que le hacía falta.
Cuando William conoció a Andrés Zafra tuvo un presentimiento similar al que tuvo Daniel Avellaneda cuando lo vio la primera vez en el colegio. Sabía que detrás de esa estatura había un talento que podía llegar muy lejos.
“Cuando lo conocí lo primero que le pregunté fue cuánto media. Le dije que tenía todas las condiciones para ser un jugador competitivo y que si le ponía ganas y empeño podía ser muy bueno más adelante”, recuerda William León, entrenador juvenil de la selección Colombia de rugby, y el responsable de que Norte de Santander hoy sea la segunda región del país en nivel, número de clubes y jugadores.
Empezaron a entrenar a doble jornada, y a mezclar las prácticas de juego con trabajo en el gimnasio, pues más allá de medir un poco menos de dos metros Andrés necesitaba ganar masa muscular.
William lo llevó a su equipo, Carboneros Rugby Club, y allí empezó a entrenar con gran dedicación esforzándose por mejorar su técnica en cada movimiento. En ese momento, ya le había tomado amor al rugby y empezaba a notar que con el
poco trabajo que llevaba podía ser mejor que otros que tenían mucho más tiempo entrenando.
A la par de jugar en Carboneros empezó a sumar minutos en las selecciones Norte que participaban en los campeonatos nacionales, y así adquirió la madurez suficiente para llegar a la selección Colombia juvenil.
Con la camiseta nacional jugó los campeonatos suramericanos juveniles de 2012, 2013 y 2014; coronándose campeón en este último y siendo elegido el mejor jugador del torneo y máximo anotador, con 40 puntos.
Su evolución en el rugby nacional no escapó al cuerpo técnico de la selección mayor, que lo convocó por primera vez en 2014 a una gira por México, donde esperaban que Andrés empezara a sumar minutos a competir con otro tipo de jugadores con mucha más experiencia.
El año pasado participó con Colombia el Suramericano B de mayores en Perú, en donde el equipo nacional se proclamó campeón y ganó la posibilidad de jugar un repechaje contra Brasil para buscar ascender al grupo A, en donde juegan Chile, Paraguay y Uruguay.
En octubre del año pasado, una comitiva integrada por dos exjugadores franceses visitó Cúcuta para capacitar entrenadores y conocer los clubes de la ciudad.
Cédric Desbrosse, uno de los exjugadores, quedó impresionado con la capacidad atlética y la destreza de Andrés Felipe Zafra, y le preguntó si le gustaría probar suerte en un equipo francés.
Intercambiaron correos, y hace un par de semanas el cucuteño recibió un mensaje que le cambió la vida. El club Givors de Francia le apostará a su futuro, y lo tendrá entrenando en sus filas como mínimo seis meses, buscando una pronta adaptación para que pueda mostrar sus capacidades en una de las ligas de rugby más competitivas de Europa.
Andrés Felipe estudia ingeniería electromecánica en la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS), y en Francia podrá continuar con el mismo programa.
Es hijo único y la noticia para sus papás tuvo tintes de tristeza y felicidad, porque su trayectoria en el deporte ha sido corta y nunca pensaron que empezara a dar frutos tan pronto.
En Colombia hay cerca de 1.500 clubes de rugby en los 32 departamentos. En Cúcuta, aproximadamente 500 niños hacen parte del programa ‘Más niños jugando rugby’ que tiene 25 escuelas de formación en los barrios de la ciudad.