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La naturaleza nos seguirá pasando la factura
La verdad es que estas tragedias no son casos fortuitos o fuerza mayor.
Viernes, 20 de Noviembre de 2020

Por estos días duele el alma al ver los cuadros de angustia y dolor de las familias damnificadas por la ola invernal que azota inclementemente nuestra región. Cada día nos despertamos con una triste noticia de pérdidas humanas, de incalculables pérdidas económicas, pero en especial, con el desamparo y la desolación de quienes lo perdieron todo y sin embargo, deben seguir viviend

Sería fácil decir que todo es culpa de la naturaleza, pero la triste realidad es que no es así, va más allá de la furia de ésta, por el inadecuado manejo que los seres humanos le hemos dado a los recursos naturales, trae sus consecuencias. La verdad es que estas tragedias no son casos fortuitos o fuerza mayor, no son desastres naturales como se les quiere hacer ver, son el resultado de actuaciones inescrupulosas de personas, que violentando los preceptos normativos y lineamientos técnicos hacen como les parece, aprovechándose de la posición de poder que les otorga el dinero, la dádiva o la coima, que surte su funesto efecto en funcionarios débiles que saltan los protocolos a favor de éstos.

Como decían las abuelas: “el que no escucha consejos no llega a viejo” y todos sabemos y repetimos a diario la máxima de la naturaleza: “El Rio vuelve a su cause”, pero no hacemos caso. Se erigen construcciones en sitios sobre los cuales se advierte una inviabilidad técnica, sin embargo, exhiben permisos y autorizaciones acomodadas y con el tiempo la naturaleza hace lo suyo, dejando desafortunadamente a los más pobres en la calle.

Los Planes de Ordenamiento Territorial no pueden seguir siendo un saludo a la bandera y menos aún el instrumento de enriquecimiento de algunos propietarios de tierras, que de manera desmedida buscan, pasar sus tierras de la condición rural a la urbana, pretendiendo mejorar el valor del metro cuadrado de sus predios con el cambio del uso del suelo.  

En el pasado han existido serías quejas sobre ese particular  y nunca hubo un sólo responsable de tamaño despropósito, pues no se trata simplemente de correr la línea como algunos dicen, sino del estudio concienzudo de si dichos terrenos cumplen con las especificaciones técnicas para ser cambiado su uso.

Las familias anegadas de agua y estiércol, presenciaron el dantesco destape de la podredumbre, no de las quebradas usadas como desagües por los constructores que vierten al rio de manera indiscriminada toneladas de heces de los habitantes de sus urbanizaciones, sino de la olla podrida de las licencias de urbanismo y de construcción en terrenos que no eran aptos para ello. Estamos frente al nauseabundo olor de la corrupción propia de quienes consintieron construir en zonas no aptas para ello.

Lo que tenemos como sociedad, es corregir el rumbo y no consentir este tipo de actuaciones a ningún nivel, pues si seguimos haciendo las cosas mal, seremos testigos presenciales de las múltiples catástrofes que engrosaran las filas de la pobreza multidimensional, agravada por la perdida del patrimonio personal y familiar. Corregimos el actuar o la naturaleza nos seguirá pasando la factura.
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