Entre el 23 y el 26 de marzo, Nueva York disfrutó por quinto año consecutivo de las mejores y más recientes producciones del cine colombiano, gracias a Colombian Film Festival, que sigue afirmándose como la ventana internacional más importante que tienen las producciones hechas por talento colombiano, y que no para de crecer con cada versión.
Cada año es mejor que el anterior, cada versión se ve mejor, y tanto el público norteamericano como el colombiano siguen respondiendo con participación y con mucha aceptación, no solo por la calidad de las películas que se proyectan, sino por el ambiente que se genera en torno al festival, en las calles y en las salas donde se proyectan antes y después.
Ofrecerle al público una selección con lo mejor del cine colombiano actual, es transportarlo a realidades muchas veces desconocidas, insospechadas y excesivamente enriquecedoras. Sin embargo, para que un evento de cuatro días funcione, cautive y sobretodo enamore a la gente cada año, alguien tiene que hacerse cargo del trabajo detrás del auditorio principal.
Hay que tener capacidades de sobra para escoger los filmes, correr para buscar los recursos, y comprometer a jurados, directores y actores principales para que asistan al festival. Pero, principalmente, no debe faltar esa pasión innata por el cine, por ver al otro sentado en la sala disfrutando, emocionándose y alimentándose de esa magia especial que solo tienen las películas.
Por fortuna la idea nació con pasión, y el responsable es Juan Carvajal, un caleño que llegó a Estados Unidos después de andar por el mundo trabajando en diferentes tareas relacionadas con la producción audiovisual y el desarrollo de proyectos para televisión, pero que una vez allí se decidió a darle rienda suelta a lo que siempre lo jaló, el cine.
“Trabajé como director creativo en otros lugares, pero el cine siempre me jalaba. Cuando llegué acá me dediqué a reencontrarme con el cine y me vinculé con el Triveca Film Festival y con el New York Film Festival. Ahí conocí gente muy importante y empecé a trabajar con ellos”.
Una de esas personas fundamentales para que Juan le diera forma a su idea fue Richard Peña, curador durante 25 años del festival neoyorkino, y uno de los principales responsables de que el cine de habla hispana llegue a Estados Unidos.
Durante muchos años aprendió sobre curaduría y la selección de las películas hasta que un día un hecho le dio el impulso que le hacía falta.
“En una oportunidad fui a ver una película colombiana en una sala muy pequeña, proyectada en un plasma, fue una desafortunada proyección y pensé que el cine colombiano merecía mucho más, merecía espacios importantes”, cuenta desde Nueva York, en donde alista todos los detalles de las películas que se van a ver en otro proyecto que también lo tiene enganchado, el Festival de Cine Independiente de Bogotá (IndieBo).
Cuenta con el apoyo económico de la Cancillería de la República y de la Embajada colombiana, pero los recursos cada vez alcanzan menos porque el crecimiento del festival requiere cada año de más inversión, más patrocinadores y más compromiso de las empresas privadas y del gobierno colombiano.
“Después del segundo año, la cosa siguió pero ya el apoyo no fue tan fuerte como en ese primer año. Estos años han sido durísimos para sacar adelante el festival, pero lo hemos logrado y seguimos con el incentivo de seguir haciéndolo, por todo el cariño del público que viene y colma las salas”, subrayó.