El joven, sofocado por el calor, solo le sonreía. Chaqueta, bufanda, y peluca que usó para disfrazarse del doctor Chapatín, el emblemático personaje de Chespirito, le empezaban a cobrar factura.
Al otra lado del escenario, la Chilindrina terminaba de pintarse sus pecas, Quico se acomodaba su gorro de marinero, y Paty buscaba con angustia su osito de peluche.
Aunque no era la primera vez que se subían al escenario para entretener a un público, los estudiantes de décimo y once grado del Colegio Manuel Briceño Jaurégui Fe y Alegría, de Cúcuta 75, se sentían nerviosos por la tarea de representar a los personajes de Chespirito.
Sabían que el 100 % del público que había ido al Ecoparque Comfanorte a ver su presentación los había visto en televisión y la exigencia iba a ser muy grande.
Al ritmo de ‘Que bonita vecindad’, ‘Churinchurinfunflais’, ‘El Chapulín Colorado’, uno por uno saltaron al escenario y se incorporaron a la coreografía de las reconocidas canciones.
“Fue muy lindo volver a sentirnos niños mediante estas presentaciones”, dijo Sánchez. “Miraba a los niños disfrutar del espectáculo y recordaba cuando era yo quién estaba ahí sentado”.
Para Keity Granados, una de las tantas chilindrinas de la presentación, la Caravana del Chavo les permitió hacer reír a niños y adultos, al tiempo que les recordó que jamás dejarán de ser niños.
Unos 110 estudiantes, entre 15 y 18 años, hicieron parte del espectáculo musical. Ellos mismos armaron su coreografía, construyeron los escenarios para sus presentaciones, y se las ingeniaron para conseguir sus disfraces.
Construyeron la casa de Don Ramón y Doña Florinda con cartón, papel, plásticos, entre otros materiales reciclables.
Con cascos viejos, papel periódico, almidón y servilletas, crearon máscaras de los personajes de Chespirito para que el público pudiera ser parte del show.
Alix Karina Soto, de once grado, también fue recursiva para su traje. Con un vestido viejo, unos tenis y medias largas, se disfrazó de Paty.
Por su parte, Gina Gonzáles mandó ha hacer el disfraz de El Chavo. Su larga cabellera quedó atrapada en el gorro del personaje insigne de Roberto Gómez Bolaños.
“Sabíamos que debíamos apropiarnos de los personajes y eso fue lo que nos permitió tener una conexión con los niños”, explicó González.
Al terminar la función, empezaron a pensar en un nuevo montaje, pues esto tan solo fue una de lo que estos jóvenes hacen
