Con el propósito de llevar recreación y un estilo de vida diferente a las mujeres que han tenido que tomar el camino de la prostitución, un grupo de jóvenes cucuteños crearon Danza en las Calles, un proyecto que llega al parque Mercedes Ábrego y el Parque Lineal.

Alejandra Echeverri Cáceres, gestora cultural y coordinadora de esta iniciativa, dice sentirse feliz viendo como la danza transforma la vida de las personas. “Verlos bailar en medio de un ambiente donde han sido marcados por las necesidades hacen que sus rostros se invadan muchas emociones que reflejan libertad, entusiasmo y sobretodo, esperanza”.

Danza en las Calles lleva 2 años enseñando bailes folclóricos, rítmicos, danza clásica, zumba, entre otras modalidades a estas mujeres. Una de ellas es Fanny Johana Rodríguez, a quien la conocen más como la Chiqui.

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Ella es madre de tres hijos, quienes también hacen parte de las clases que, cada miércoles, realizan el grupo liderado por Alejandra. “Estoy muy agradecida por el talento que Dios le ha dado a este grupo porque lo han transmitido a todas las mujeres de acá. Más de una de mis compañeras ha cambiado y tienen sus trabajos honrados. Yo también quiero llegar allá, quiero ser una persona diferente”, dijo.

Fanny añora poder montar su propio negocio como vender tintos o dulces, pero algo que le funcione y que no tenga que volver con la prostitución. “No es fácil. Se necesita dinero para poder montar algo rentable y mucha determinación para de una vez por todas dejar este trabajo. Yo quiero ser ejemplo para mis hijos, esa es mi mayor motivación”.

Dioselina Bayona, otra cucuteña, también hace parte de este grupo de beneficiarias. “Le doy gracias a Dios por el excelente trabajo que hacen con nosotras. Estamos acostumbradas a que todo lo que nos dan es a cambio de algo, pero esto es sinceramente de puro corazón”, dijo.

El proyecto

Danza en las Calles nació gracias al resultado del cierre del diplomado Gestión de proyectos culturales, que cursó Alejandra, quien mezcló su apasionada manera de bailar con ayudar socialmente a otros.

Al participar con este proyecto –agrega - ante el Ministerio de Cultura clasificaron con el grupo de Danza Saeta Bruñida, que dirijo en la Iglesia Centro Cristiano “entonces ahí vi la oportunidad de ofrecer jornadas de atención emocional en los parques con el objetivo de darle a las personas a través del arte una transformación de su entorno”.

En promedio son 18 personas a quienes enseñan a bailar y además les llevan actividades de recreación.

A Alejandra la rodea un grupo de jóvenes también apasionados por el baile y la labor social. Ellos son: Mauricio Tapias, Nataly Jiménez, Dayana Sánchez y Andrea iles. Todos entregan su arte y crean espacios para dar atención emocional a través del baile.

Además de las clases de danzas a las mujeres les ofrece acompañamiento espiritual y a quienes deciden cambiar de trabajo, buscan conectarlas con una fundación, donde les ofrecen opciones de estudiar y de pasar los requisitos podrían obtener un capital para cambiar su trabajo.

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