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Cúcuta
Cúcuta tiene nuevo sacerdote para realizar exorcismos
Conozca el nuevo representante de la Iglesia católica encargado de expulsar demonios
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Martes, 14 de Septiembre de 2021

Luego de la muerte de Monse­ñor Pedro Alejandrino Bote­llo, el pasado 16 de junio, la Diócesis de Cúcuta no contaba con un sacerdote autorizado para reali­zar exorcismos, ya que Monseñor Pedro era el único habilitado por la Iglesia Católica para hacerlo.

Según explicó por medio de un comunicado la Diócesis de Cúcuta por Derecho Canónico, al Obispo le corresponde pedir en el nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno, es decir, realizar exorcismos.  En vista de las múltiples ocupaciones de un pre­lado, puede delegar y darle licen­cia a un presbítero de su Diócesis, para que atienda estos casos.

Ante la vacancia, y teniendo en cuenta la rectitud de vida y madurez en su ministerio sa­cerdotal, el Administrador Apos­tólico de la Diócesis de Cúcuta, Monseñor José Libardo Garcés Mon­salve, ha nombrado al padre Rafael Humberto Cárde­nas Leal, párroco de San Martín de Sardinata, como el nuevo sacerdote con licencia para practicar exorcis­mos en Cúcuta.  

En diálogo con La Verdad, el periódico de la Diócesis de Cúcuta, el sacerdote habló sobre sus nuevos retos.

¿Cómo recibe este nuevo nom­bramiento?

Lo tomo con obe­diencia, porque es la Iglesia y mi Obispo quien me pide esto. Sé que soy supremamente limitado, pero cuento con Dios y la protección de la Iglesia, entonces lo haré.

En el ejercicio de su ministerio sacerdotal, ¿había contemplado en algún momento servir de esta manera?

Nunca lo contemplé, y admiro profundamente a Monseñor Pedro Botello (su antecesor), por­que nos enseñó a escuchar y ayu­dar a la gente en tantas situaciones críticas, en sus sufrimientos. Pero como tal, no me esperaba prestar este servicio.

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Que esta sea la ocasión y el es­pacio, para explicarle a los lecto­res, a los fieles bautizados y a las personas en general, que el de­monio no se debe ver en todos la­dos, que el exorcismo en un tema de cuidado y no debe tomarse a la ligera por curiosidad

A nosotros se nos ha enseñado en un 99%, que la actua­ción del demonio es la tentación y el ejemplo más claro es Adán y Eva en El Paraíso. Y a nosotros, el demonio nos presenta el mal, pero bajo la apariencia del bien, enton­ces uno no puede ver en todos la­dos al demonio, porque la tentación sí está ahí, pero recordemos que como bautizados, nosotros somos de Cristo y formamos un solo cuer­po con Él y nuestra alianza es con Él, por lo que no hemos hecho nin­gún pacto con el demo­nio. Además, pensemos en que, por ejemplo, a nuestra casa entra a quien le damos permiso de ha­cerlo, y nuestro cuerpo es templo del Espíritu San­to, no vamos a darle per­miso al mal de entrar. De­bemos tener esto claro.

¿Por qué en caso de presentar un hecho fue­ra de lo normal, se debe acudir primero al pá­rroco?

Hay dos casos: Prime­ro, el ordinario, y es lo que decía anteriormente acerca de la tenta­ción, caer en la trampa. Entonces debemos acudir al párroco, porque él los va a escuchar, una vez que los escucha, él hace discernimiento y un diagnóstico, en el cual define las causas de la situación, donde también él mismo puede realizar oración para darle solución; porque finalmente todos nosotros todos los días somos hostigados por la maldad, pero esos tormentos po­demos combatirlos por medio de la oración. Ya cuando las cosas se vuelven graves, viene el segundo caso, que es el extraordinario, el cual tiene unas característi­cas que cada sacerdo­te tiene claras, y es ahí cuando remite al exor­cismo, habiendo apli­cado ya todos los pasos del caso ordinario. El exorcismo es el último recurso, porque para decir que alguien está poseído por el demonio se requiere de mucha prudencia.

Les confieso que, en 35 años de vida sacerdotal, jamás me he en­contrado con un caso de posesión. Sí me he encontrado con los tor­mentos que padece la gente; como en el Libro de Job, que el demonio lo asecha, pero de ninguna manera Job se mueve de la fe y no da per­miso para que el mal lo posea. En­tonces nosotros debemos también tener claro que somos de Dios.

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Con información del Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

 

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