Viernes, 20 de Junio de 2014
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Al Asilo Rudesindo Soto, reavivó, con dos televisores y
dos pantallas grandes, la afición futbolística de los adultos mayores
que residen en el céntrico ancianato cucuteño, quienes se animan e
inquietan, como cualquier joven rebosante de salud, al ver jugar a la
selección Colombia.~

Al Asilo Rudesindo Soto, reavivó, con dos televisores y dos pantallas grandes, la afición futbolística de los adultos mayores que residen en el céntrico ancianato cucuteño, quienes se animan e inquietan, como cualquier joven rebosante de salud, al ver jugar a la selección Colombia.
Las cataratas y la baja audición no fueron impedimento para que Luis Silva, a sus 92 años, estuviera atento a la transmisión que los narradores deportivos hacían por la radio, desde Brasilia, luego del pitazo que anunció el inicio del juego ante Costa de Marfil.
Luis, con un pequeño radio transistor apoyado a la oreja, pronosticaba una victoria sobre el rival africano. Entre risas y con una frágil salud que solo le permitió alzar su mano izquierda para alentar el equipo desde la silla en la que se encontraba, solo pudo musitar escasas palabras.
Por los pasillos del asilo se escuchaba el ruido de los radios y televisores que emitieron el juego. Entre quienes seguían los pasajes del partido, se encontraba una religiosa.
Sor Rosalba, fue uno de los casos que más despertó interés y no por el hecho de ser mujer, sino por tratarse de una monja que muy atenta no le quitaba los ojos y los sentidos a la pantalla principal.
Con un pronóstico certero, ella le apostaba a un 2-1 al juego. Ella dijo que los goles los anotarían James Rodríguez y Teófilo Gutiérrez.
A pesar de que aún no terminaba el primer tiempo, sor Rosalba, como si fuera una vidente, narraba anticipadamente lo que acontecería en el segundo tiempo, aunque falló en el nombre de uno de los jugadores que anotó gol.
Otras de las hinchas que en el Asilo Rudesindo Soto estaban impacientes porque la señal del televisor en el que veían el partido de la selección, tuvo problemas, eran las practicantes de auxiliar de enfermería que por unos minutos dejaron a los adultos mayores que estaban a la espera de curaciones y medicinas, para alentar el partido.
Desde muy temprano, la bandera tricolor ondeó en las calles de la ciudad, así mismo, los corazones se unían en un solo latir para cantar los goles colombianos.
Así fue como niños, jóvenes y adultos, hicieron una pausa en sus labores para apoyar al equipo que desde ayer tiene de fiesta al pueblo colombiano.
Resultó un buen tiempo para los comerciantes, quienes aprovecharon el momento de felicidad de los hinchas e incrementaron las ventas de camisetas, sombreros y otros elementos para la celebración.
En los centros comerciales de la ciudad la gente también llegó en masa para no perderse las incidencias de este juego ante los poderosos africanos.
Con una sonrisa y la bandera pintada en sus rostros, Alejandra Vivas y Johan Monsalve, de ocho años, vivieron cada segundo del primer tiempo.
La emoción y alegría de Vivas se debía al orgullo que sentía por verse representada con el equipo colombiano en el Mundial.
Por otro lado, Monsalve, quien tampoco cabía de la felicidad, recordó a Falcao y expresó su tristeza al recordar que no pudo participar en la Copa Mundo Brasil-2014.
Con un ‘sí se puede’ y en medio de aplausos, los nervios eran evidentes en los rostros que observaban el recorrido de James Rodríguez hacia la arquería de Costa de marfil.
Pero la tensión se rompió cuando el jugador cucuteño marcó el primer gol hacia el minuto 63 en el segundo tiempo del juego. La euforia salió a brote y se formaron olas con las cientos de manos que alardeaban una posible victoria.
Quintero, cerca del minuto 70, hizo nuevamente vibrar la hinchada al marcar el segundo gol.
Cuando el árbitro dio por terminado el encuentro con un 2-1 final, las personas que se encontraban en los centros comerciales evacuaron rápidamente, como si se tratara de una emergencia.
Salieron aprisa para unirse a las caravanas que inundaron las calles y avenidas de la ciudad, en un festival de maicena, espuma, gritos, vuvucelas, música y trago.
En medio de una ola de aplausos, gritos, lágrimas y euforia, se vivió en Cúcuta el segundo partido de la selección Colombia en el Mundial Brasil 2014.
A Cúcuta la felicidad no le cabe en el alma y, al menos, por estas fechas pasará de ser la ciudad de los árboles a la ciudad tricolor.
Al Asilo Rudesindo Soto, reavivó, con dos televisores y
dos pantallas grandes, la afición futbolística de los adultos mayores
que residen en el céntrico ancianato cucuteño, quienes se animan e
inquietan, como cualquier joven rebosante de salud, al ver jugar a la
selección Colombia.~
Al Asilo Rudesindo Soto, reavivó, con dos televisores y dos pantallas grandes, la afición futbolística de los adultos mayores que residen en el céntrico ancianato cucuteño, quienes se animan e inquietan, como cualquier joven rebosante de salud, al ver jugar a la selección Colombia.
Las cataratas y la baja audición no fueron impedimento para que Luis Silva, a sus 92 años, estuviera atento a la transmisión que los narradores deportivos hacían por la radio, desde Brasilia, luego del pitazo que anunció el inicio del juego ante Costa de Marfil.
Luis, con un pequeño radio transistor apoyado a la oreja, pronosticaba una victoria sobre el rival africano. Entre risas y con una frágil salud que solo le permitió alzar su mano izquierda para alentar el equipo desde la silla en la que se encontraba, solo pudo musitar escasas palabras.
Por los pasillos del asilo se escuchaba el ruido de los radios y televisores que emitieron el juego. Entre quienes seguían los pasajes del partido, se encontraba una religiosa.
Sor Rosalba, fue uno de los casos que más despertó interés y no por el hecho de ser mujer, sino por tratarse de una monja que muy atenta no le quitaba los ojos y los sentidos a la pantalla principal.
Con un pronóstico certero, ella le apostaba a un 2-1 al juego. Ella dijo que los goles los anotarían James Rodríguez y Teófilo Gutiérrez.
A pesar de que aún no terminaba el primer tiempo, sor Rosalba, como si fuera una vidente, narraba anticipadamente lo que acontecería en el segundo tiempo, aunque falló en el nombre de uno de los jugadores que anotó gol.
Otras de las hinchas que en el Asilo Rudesindo Soto estaban impacientes porque la señal del televisor en el que veían el partido de la selección, tuvo problemas, eran las practicantes de auxiliar de enfermería que por unos minutos dejaron a los adultos mayores que estaban a la espera de curaciones y medicinas, para alentar el partido.
Cúcuta vibró con el juego
Desde muy temprano, la bandera tricolor ondeó en las calles de la ciudad, así mismo, los corazones se unían en un solo latir para cantar los goles colombianos.
Así fue como niños, jóvenes y adultos, hicieron una pausa en sus labores para apoyar al equipo que desde ayer tiene de fiesta al pueblo colombiano.
Resultó un buen tiempo para los comerciantes, quienes aprovecharon el momento de felicidad de los hinchas e incrementaron las ventas de camisetas, sombreros y otros elementos para la celebración.
En los centros comerciales de la ciudad la gente también llegó en masa para no perderse las incidencias de este juego ante los poderosos africanos.
Con una sonrisa y la bandera pintada en sus rostros, Alejandra Vivas y Johan Monsalve, de ocho años, vivieron cada segundo del primer tiempo.
La emoción y alegría de Vivas se debía al orgullo que sentía por verse representada con el equipo colombiano en el Mundial.
Por otro lado, Monsalve, quien tampoco cabía de la felicidad, recordó a Falcao y expresó su tristeza al recordar que no pudo participar en la Copa Mundo Brasil-2014.
Con un ‘sí se puede’ y en medio de aplausos, los nervios eran evidentes en los rostros que observaban el recorrido de James Rodríguez hacia la arquería de Costa de marfil.
Pero la tensión se rompió cuando el jugador cucuteño marcó el primer gol hacia el minuto 63 en el segundo tiempo del juego. La euforia salió a brote y se formaron olas con las cientos de manos que alardeaban una posible victoria.
Quintero, cerca del minuto 70, hizo nuevamente vibrar la hinchada al marcar el segundo gol.
Cuando el árbitro dio por terminado el encuentro con un 2-1 final, las personas que se encontraban en los centros comerciales evacuaron rápidamente, como si se tratara de una emergencia.
Salieron aprisa para unirse a las caravanas que inundaron las calles y avenidas de la ciudad, en un festival de maicena, espuma, gritos, vuvucelas, música y trago.
En medio de una ola de aplausos, gritos, lágrimas y euforia, se vivió en Cúcuta el segundo partido de la selección Colombia en el Mundial Brasil 2014.
A Cúcuta la felicidad no le cabe en el alma y, al menos, por estas fechas pasará de ser la ciudad de los árboles a la ciudad tricolor.
