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Las hermanas González 'impactan' el medioambiente con la propagación arbórea de su vivero
En Cúcuta son pocos los viveros que se dedican a la conservación arbórea. Diez de ellos son liderados por mujeres capacitadas en propagación.
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Ronaldo Medina
Ronaldo Medina
Viernes, 13 de Agosto de 2021

Irene y Belén Corina González son lideresas que impactan en el medioambiente y en su comunidad. Hace cinco años, junto con un grupo de mujeres, se unieron para conformar una fundación, con la que hicieron las primeras siembras que, más tarde, les darían la idea de crear un comité ambiental.

Además de trabajar por sus comunidades, como tecnólogas forestales tituladas, tuvieron la idea de empezar un vivero en el barrio Nueva Santa Clara, en unión con otras cuatro mujeres.

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Oriundas de Bochalema (Norte de Santander), las hermanas González recibieron su crianza en una finca en la que se enamoraron de la naturaleza. Eso las motivó a estudiar silvicultura y aprovechamiento de las plantaciones forestales en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena).

Hoy, dirigen el vivero con un enfoque de protección de árboles nativos, ornamentales, introducidos y frutales, por eso, en un 80%, este el tipo de vegetación que lo compone.

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Las dificultades de un vivero

“Al inicio, Corponor, por un proyecto que se hizo con diez viveros, nos regaló la malla, los troncos, la polisombra, ladrillos, bolsas, abono y algunas semillas, pero lamentablemente no se hizo sostenible y ahora solo dos se mantienen en pie”, relató Irene González.

Con las dificultades económicas de la situación actual, un pequeño proyecto de plantas suculentas es lo que las ha sostenido.

“Estamos agradecidas con las secretarías de la mujer, tanto de la Gobernación como de la Alcaldía, porque nos han permitido participar en ferias en las que conocemos clientes potenciales que se interesan en temas ambientales”, agregó Irene.

Aun así, son pocas las entidades que conocen de su labor, pero mantienen la esperanza de que alguien se fije en este grupo de mujeres jefas de hogar que quieren y tienen los conocimientos para trabajar en pro del medio ambiente.

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Por compensaciones de ley, expresó Belén González, la mayoría de empresas direccionan sus proyectos con viveros de otras ciudades, en lugar de trabajar con los locales.

Una de las estrategias de las hermanas será grabar un video explicando la situación que enfrentan los viveros en la ciudad y enviarlo al presidente de la República.

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En busca de más apoyo

En Cúcuta, la mayoría de viveros sirven de intermediarios, mientras que son pocos los que trabajan en la propagación arbórea.

“Pero los hay. Somos diez viveros con mujeres capacitadas en diferentes habilidades, como propagar el coco, el ornato, las suculentas y los árboles, pero qué bueno sería que pudiéramos entrar a recuperar cuencas, zonas deportivas, nacientes, laderas y cañadas”, dijo Belén.

Las hermanas enfatizaron que, por el Plan de Ordenamiento Territorial, tanto la Alcaldía como la Gobernación tienen la obligación de plantar árboles en sus mandatos, y piden ser tenidas en cuenta para estos proyectos que podrían impulsar las labores de los viveros.

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“Sería ideal que desde la Gobernación se planteara la idea de viveros para cada municipio. Estamos en la capacidad porque para eso estudiamos. Incluso, de Chinácota, Bochalema y otros lugares nos han llamado a pedirnos árboles, porque allá no los hay”, precisó Irene.

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Anhelan ampliar el vivero

El espacio actual en el que las hermanas se desenvuelven en sus labores se hace pequeño con cada nueva planta que propagan, y sueñan con convertir el actual vivero en una vitrina de exhibición, en antesala a una ampliación en la parte trasera de la casa donde viven.

En ‘Meta 2050, reactivando la economía de la región’, un concurso impulsado por la Alcaldía de Cúcuta, han puesto sus esperanzas y aspiran a ganar para hacerlo posible, gracias a un porcentaje que se brindará a los emprendimientos ganadores.

“Compiten 80 emprendimientos, pero somos el único ambiental y liderado por mujeres jefas de hogar. Sería bueno que nos tuvieron en cuenta, porque por lo general el componente ambiental siempre es dejado de último, cuando debería ser el primero, pues la naturaleza es lo que nos da la vida”, apuntó Irene.

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Educadoras ambientales

Con los ingresos que reciben por el vivero, Irene y Belén González sustentan a sus hijos, nietos y a los dos adultos mayores a su cargo. También siembran en seis niños del barrio el proyecto de un minivivero.

“Es muy importante enfocarnos en los más pequeños. Un niño de cinco años en nuestra comunidad ya sabe hacer un llenado y cómo sembrar”, dijo Irene.

Por medio de la fundación Mujeres de Impacto, las hermanas han participado en charlas educativas en colegios de la comuna, en las que enseñan el proceso de cuidado y germinación de las plantas.

“Las empresas tienen una compensación por hacer un compromiso ambiental, acá estamos nosotras presentes para ayudarlos a asesorar e implementar proyectos”, concluyeron.

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