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Una fotografía de trascendencia histórica
Todos  iban con el buen propósito de dialogar amistosamente y buscar acercamientos sobre la paz.
Domingo, 30 de Julio de 2017

Un artículo del sacerdote Jesuita Francisco de Roux, titulado “La reunión impensable”, publicado en el periódico El Tiempo, el pasado jueves 27,  se refiere a un encuentro entre miembros de la guerrilla de las Farc y de las autodefensas, llevado a cabo, a instancias del sacerdote , en la Casa Provincial de los Jesuitas, en la ciudad de Bogotá.

En dicha reunión fungieron de facilitadores, el político Álvaro Leyva Durán  y el sacerdote de Roux, para que exparamilitares y exguerrilleros, que antes combatieron a muerte en los campos y montañas de Colombia, dialogaran sobre puntos de convergencia que pudieran acercarlos.

Por las antiguas autodefensas asistieron El Alemán, Diego Vecino y Ernesto Baéz.

De parte de las Farc hicieron presencia Iván Márquez, Pablo Catatumbo y Jesús Santrich. Todos, absolutamente todos  iban con el buen propósito de dialogar amistosamente y buscar acercamientos sobre la paz.

En los periódicos y redes sociales aparecen diversas fotografías mostrando a quienes fueron antes enemigos irreconciliables, dándose las manos, demostrando con ello la gran posibilidad de superar el circulo vicioso de los enfrentamientos y venganzas que, en el pasado, llenaron de dolor y muerte los caminos de la patria .

Según lo declararon los facilitadores del encuentro, exparamilitares y exguerrilleros se vieron las caras, dentro de la mayor cordialidad, para reconocer que el país necesita saber toda la verdad sobre la manera como empezaron sus enfrentamientos, las causas de los mismos, las razones que los motivaron y las circunstancias ideológicas, políticas y sociales que los llevaron a esos desencuentros fratricidas.

Todo, con el propósito de intentar, hacia el futuro, enmendar la plana.

En el encuentro no se observaron ánimos de retaliación ni de ajustes de cuentas.

Todo lo contrario, se pudo sentir el deseo de buscar la tan anhelada reconciliación que nos permita poner fin a la guerra y alcanzar la paz nacional.

Los colombianos debemos celebrar que una reunión entre facciones tan distantes y tradicionalmente enemigas acérrimas, se haya podido dar   luego de un letargo de años tan sangrientos y largos.

Lo ocurrido en la Casa Provincial de los Jesuitas, en Bogotá, es una señal indiscutible de que la guerra que aún desean algunos, que viven y han vivido de ella, es, definitivamente, un asunto del pasado.

La paz, por el milagro que acabamos de presenciar, es, a no dudarlo, una ineludible realidad.

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