De nada me valió estar recién graduado de comunicador social-periodista para continuar trabajando como redactor y reportero en el informativo “Luces de la ciudad”, en Radio San José, de la capital nortesantandereana.
La carencia de la respectiva licencia de locución fue la causa para que dejara la actividad periodística radiofónica al lado del maestro Cicerón Flórez Moya, Jaime Calderón (q.e.p.d.), también corresponsal del diario capitalino El Tiempo y de Alfredo Díaz Calderón .
Aunque en Radio Bolivariana, la emisora de mi universidad, la UPB de Medellín, realicé un programa de música colombiana, “Geografía musical de Colombia”, junto con mis compañeros más allegados, es decir, mis “panas” Carlos Puello, Luis Fernando Uribe y Jesús Torres, que duró mucho tiempo en la parrilla, y a que en dicha radiodifusora hice un noticiero cultural como prácticas ; como profesional, era mi primera experiencia periodística en radio.
De manera simultánea trabajaba en este periódico, cuando don Eustorgio (q.e.p.d.) lo dirigía y el maestro Cicerón oficiaba como subdirector. Aunque las madrugadas me costaban muchos esfuerzos, porque en el periódico terminaba los informes para las páginas departamental y local en las noches, a las 6:00 de la mañana estaba ansioso por asimilar y compartir los comentarios con los tres veteranos del periodismo cucuteño.
Recuerdo las intervenciones del exbaloncestista para informar y analizar las actividad deportiva que se desarrollaba en esa época, cuya atención la centraba en el comportamiento del Cúcuta Deportivo. Me impresionaron las intervenciones de don Jaime y el maestro Cicerón a la hora de cuestionar o alabar a los protagonistas de las noticias en nuestro departamento y de los hechos que acontecían en su capital.
Mi entusiasmo y exigencia duró unos dos meses. Con preocupación y consideración, entre los dos me prepararon para decirme que no podía seguir en el noticiero porque la monitora del entonces Ministerio de Comunicaciones había exigido que presentara la licencia de locución, que obviamente no tenía.
Sin embargo, con mi tarjeta profesional de periodista y sin la susodicha licencia, después de salir de Cúcuta, en esta ciudad dirigí el noticiero de Radio Catatumbo, en Medellín trabajé como reportero de Radiosucesos y coordinador de Nocturna RCN, pero el temor por la violencia que desató Pablo Escobar me obligó a renunciar y regresar a esta tierra a dirigir el noticiero “Avance” de Radio Sonar, de Caracol, donde me tocó observar los estragos que dejó el conflicto armado.
Y pensar que con la entrada en vigencia de la Constitución Política de 1991, tanto la tarjeta de periodista como la licencia de locución ya no son necesarias para desempeñar la profesión que se volvió oficio y para hablar frente a los micrófonos de una emisora.
Por el contrario, ahora el que cuente con el visto bueno de los periódicos, revistas, canales de televisión y emisoras, puede desempeñarse como periodista o locutor, sin ameritar preparación académica y sin contar con una voz atractiva o educada.
Recuerdo la gran oportunidad que me dio el consagrado comentarista vallecaucano Wbeimar Muñoz Ceballos para hacer mis primeros pinos como redactor en el reconocido programa deportivo “Wbeimar lo dice”, al lado de otros grandes como el narrador Fernando Múnera Eatsman y reconocidos periodistas deportivos de la Capital de la Montaña.
Pese a que me tocó retirarme por los compromisos académicos, desaproveché la gran oportunidad de hablar frente a un micrófono, en uno de los espacios periodísticos más escuchados en Antioquia, pero si hubiese seguido, quizá me habría trancado la bendita licencia de locución.