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Sermones ambientalistas
Hastiado de las exhortaciones para el pago de los diezmos y el ofrecimiento de boletas de rifas pro mejoramiento locativo de las capillas.
Martes, 23 de Junio de 2015

Confieso, que frecuento poco los templos católicos, en desacato con la herencia religiosa de  mis progenitores, y de tener en la familia a una misionera de la Hermana Laura.

Escasamente voy  a  las  misas exequiales  para  despedir a  seres  queridos o  amigos muy  cercanos.  Precisamente en  ese  tipo  de  eventos  sacros, me  aburren los  sermones  de  los  curas,  cuando afirman que lo que  más  le  interesa al Creador son las oraciones exclamadas en  su  honor y  el  cumplimiento del  primer Mandamiento,  como  si no   les  importara la pureza  , bondad  y  el  buen comportamiento de los  feligreses.

Hastiado  de las  exhortaciones  para  el  pago  de  los  diezmos y el  ofrecimiento  de  boletas  de  rifas pro mejoramiento  locativo  de  las  capillas,  recientemente,  en  una  de  las  misas celebradas  por  el  descanso  eterno del  hermano  de  un  amigo  y  colega, reaccioné con  sorpresa  e  incredulidad por  el  tema  tratado por  el  presbítero en  la  homilía correspondiente.

Hizo eco, o amplificó la esencia  de la primera encíclica  del  Papa  Francisco, “Alabado  Seas”, la  que  le  ganó la  animadversión de los  republicanos  gringos,  por  atreverse  a  cuestionar algunas  de  las  fuentes  del  capitalismo, como son  las  devastadoras actividades mineras,  que  no  solo arrasan con  la  naturaleza sino que  atentan   contra  los propios  seres  humanos.

El  cura  local, se  refirió concretamente al  mayor  problema que  afrontará,  ésta, la  segunda  ciudad  de  Norte  de  Santander:  la  hasta  ahora  inevitable escasez  de agua que  sufrirán nuestras   generaciones  venideras en  un  plazo  no mayor  a  los cincuenta  años.

El clérigo,  coincidió con  el  director  ejecutivo de  la  Asociación  de  Municipios  de  la Provincia  de  Ocaña  y el sur  del  Cesar y  Bolívar,  ingeniero  Emiro  Cañizares  Plata, en  lo  referente a  la  crisis que soportará   dicha  región debido al  secamiento  de  las  fuentes hídricas.

Dentro de  la  fiebre minera que  invade a  las  multinacionales que  llegan  al  país para repetir la nefasta  hazaña de  los  conquistadores españoles, pronosticó que en  un  tiempo  breve retumbarán  las  retroexcavadoras y otro  tipo  de  maquinaria  pesada en las  alturas del Cerro  La  María, donde  nace el  Río Algodonal, el que  surte en  un 90% a  los acueductos  de Ocaña  y Ábrego.

De las  entrañas  de  la enorme montaña,  que  al  parecer hace   parte  del  polémico páramo  de  Santurbán, se  extraerían minerales como el  radioactivo  uranio,  plomo, carbón, y  hasta  oro.

Como  ha  sido costumbre, a  los  alcaldes elegidos popularmente,  o a  los  candidatos, poco  o  nada  les  ha  interesado la  amenaza ambiental que  se  cierne  sobre esta  zona  del  nororiente  colombiano.

Aprovechando  el  impacto que ocasionó la  encíclica “Laudato  Si”, del Papa  argentino, qué  bueno  sería que  el  obispo  de  la  Diócesis  de  Ocaña,  monseñor  Gabriel  Ángel Villa Vahos,  hiciera  pronunciamientos  sobre ella,  no  solo en  el  púlpito,  sino  a  través  de  las  ondas  hertzianas de  su  emisora Radio  Catatumbo, con  una  gran  audiencia rural,  y que los  sacerdotes  siguieran  la  línea del  sucesor  de  San  Pedro  en  la  tierra, que  en  cambio  de invitar  a  las  adulaciones al Dios  de  todos,  y de insistir en  las  limosnas de  los  pobres, que  escasamente tienen  para  comer.

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