Desde que llegué a vivir a Cúcuta hace 27 años, no recuerdo haber visto tantos muchachos y muchachas consumiendo drogas psicoactivas como ahora. Es muy triste y lamentable que jovencitos que están en transición de la niñez a la adolescencia ya estén consumiendo marihuana u otra droga más fuerte.
En vez de vérseles enrollando trompos y tirando metras, rompe el corazón verlos armando un bareto.
La acción primera y más importante para evitar que nuestros jóvenes caigan en el infierno de la droga, empieza en casa, en el hogar, en la familia.
Desde luego, no es amenazándolos con un garrote o la correa, que si los ven algún día fumándose un cigarrillo o metiendo alguna de esas porquerías, les van a dar una tremenda paliza. Ese método los aproxima más a las drogas.
Es desde a muy a temprana edad explicándoles los peligros de las drogas, lo destructivas que son de la salud, lo degenerativas que son de la personalidad, mostrarles espejos vivientes de lo que hace la droga, lo tristemente no es muy difícil de hacer, casi siempre en el sector donde vivimos hay alguien que “esta llevado por la droga”.
Con esto solo empieza la labor de los padres. Lo siguiente, estar pendientes de ellos en todo momento, con quién hablan, saber quiénes son sus amistades y amigos. Escucharlos pero sin juzgarlos y menos castigarlos después, que esa es la razón de porque muchos niños y adolescentes prefieren contar sus problemas a los demás, cualquiera, y no a sus padres.
Compartir tiempo con ellos, así sea para comerse un helado casero hecho por la vecina porque no alcanza para más.
Si bien las instituciones educativas también deben poner su granito de arena, todos sabemos que la parte más importante de la prevención debe hacerse es en los hogares. Simultáneamente y en todo momento, a la vez que se les imparte conocimientos sobre lo nocivas y peligrosas que son las drogas, hay que darles amor, mucho amor.
Como aseveración de lo anterior esta que, hace varios días expertos entrevistados con motivo de la muerte de un adolescente en un colegio de Bogotá por intoxicación con marihuana y otras sustancias, sostuvieron que muchos jóvenes buscan en la droga un escape a la situación que viven en sus casas: violencia intrafamiliar, pobreza, por el poco tiempo que les dedican los padres, etc.
Y si aún después de todos los cuidados posibles, atenciones y amor que les hemos brindado, nuestros hijos caen en la droga (con muchos jóvenes desgraciadamente aplica lo del refrán popular: Le entra por un oído y le sale por el otro) hay que ayudarlos salir de esa maldición que destruye personas y familias, recordando en todo momento que son nuestros hijos, que no hay otra cosa más importante en el mundo que ellos, y que por lo tanto hacer lo todo posible no es suficiente, hay que hacer hasta lo imposible.