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Anatomía de un manual
El Alcalde hizo un convenio con Camacol Cúcuta para que se formulara el manual de espacio público para la ciudad.
Sábado, 27 de Junio de 2015

La situación del espacio público en Cúcuta es deplorable, y en esto no sólo tienen que ver los vendedores ambulantes, como se cree normalmente. También afectan la disposición de las basuras, el acceso a peatones y los espacios para transeúntes, entre otros. No obstante, por las buenas o por las malas, la administración de Donamaris Ramírez ha ido recuperando parte del mismo.

Dentro de este mismo objetivo, desde 2013, el Alcalde hizo un convenio con Camacol (Cámara Colombiana de la Construcción) Cúcuta para que se formulara el manual de espacio público para la ciudad; con el cual se implementarían una serie de asuntos técnicos que favorecieran el aspecto y funcionalidad de “La Perla del Norte”.

Bien saben ustedes, los lectores de mi columna, que yo no soy simpatizante de Ramírez Lobo, por el contrario, he estado alerta ante sus erradas decisiones y he sido una de sus acérrimas opositoras. Sin embargo, es necesario reconocer los aspectos positivos, cuando los hay.

El convenio que se firmó el 26 de agosto de 2013, tuvo un valor de $100.000.000, y resultó en la generación de un documento con seiscientas páginas aproximadamente, donde se disponían los aspectos por mejorar de la ciudad; en aras a conseguir una mejoría en el ordenamiento del espacio público. En este sentido, me parece que surgió una excelente iniciativa por parte de la alcaldía, aunque esta no haya llegado a buen término.

El manual fracasó luego del jueves pasado, cuando once concejales votaron no –contra nueve que dijeron sí–. Los que votaron no fueron: Manuel Iván Granados, César Iván Torres, Wilmar Cepeda, Carlos Jaimes, Rodolfo Torres, Jorge Quintero, Félix Muñoz, Eduardo Gerardino Mandón, Oliveiro Castellanos, Nelson Parada y Óscar Sanabria. Los que dijeron sí: Emerson Meneses, Víctor Suárez, Leonardo Jácome, Alexandra Salazar, Liliana Mora, Darío Eugenio, Fabio Araque y Alex Corredor.

Emerson Meneses se refirió a esta decisión, y dijo: “Este Concejo de Cúcuta es un Concejo que la verdad da pena, porque eso no es una entidad que esté pensando en la ciudad sino en sus intereses personales, la mayoría de personas.

Es cierto que existen intereses políticos, sin embargo, cuando son temas como estos, uno tiene que desligarse de esos intereses”. A esto añadió que “los concejales creen que cualquier cosa que venga de la Alcaldía tiene unos negocios intrínsecos”. Según él, por esto se negó el manual y ni siquiera se escuchó a los arquitectos que explicarían los beneficios del mismo para la población.

En esto coincido con Meneses, ya que si bien es cierto que la alcaldía de Donamaris Ramírez no ha tenido una gestión transparente, tampoco se pueden echar para atrás iniciativas valiosas para la ciudad por rumores que se generen alrededor de ellas. Uno de los rumores fue que el alcalde ya estaba haciendo negocio con una compañía portuguesa para la construcción y disposición de los soterrados. No obstante, sobre esto no se ha confirmado nada.

Margarita Contreras, gerente de Camacol Cúcuta y quien firmó el convenio con la Alcaldía, también habló sobre este asunto y dijo que el ruido del supuesto contrato con los portugueses afectó la aprobación del manual. “Los concejales están aludiendo que en el manual se habla sobre los soterrados, pero pues también el manual no puede desconocer el decreto Nacional ni las disposiciones sobre residuos sólidos”. Sin embargo, dice que espera que el manual se pueda volver a presentar en octubre y que se avale ya que es un documento importante para la ciudad.

Más allá de los rumores y las riñas políticas que se ven alrededor del manual, es vital reconocer que este documento técnico favorecería a los ciudadanos; tanto por lo que se planteaba para la población discapacitada –rampas de acceso y señalización de las calles para invidentes, entre otras- como por lo que se proponía respecto a arborización y disposición de basuras. El documento, producto de casi dos años de trabajo, fracasó por una serie de ruidos que nunca llegaron a ser confirmados y seguirá siendo una utopía si los concejales de Cúcuta siguen en su posición de enfrentamiento hacia el Alcalde.

Yo creo que lo que esta experiencia deja ver, es que en nuestra ciudad todavía imperan las pugnas políticas, que a la vez actúan como obstáculos para el progreso de una urbe que se está quedando atrasada, si se compara con otras al interior de Colombia.

 

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