El exministro y exsenador Juan Fernando Cristo, emulando a lo que ha venido proponiendo el Centro Democrático con su jefe Álvaro Uribe a la cabeza, anuncia la presentación de un proyecto de acto legislativo que reduzca en un 50% el número de sus integrantes en el Congreso de la República, dándole facultades extraordinarias al presidente para fusionar y reducir la nómina estatal.

Los congresistas colombianos, con sus más de 34 millones de salario, 50 millones por unidad legislativa mensual, tiquetes aéreos, viáticos, carros blindados, escoltas, oficinas con dotación y papelería, servicios de internet, celulares con un plan de datos ilimitado, gastos de representación, primas de navidad, de gestión, de servicios especiales, vacaciones, etc. a cada uno de sus 274 integrantes, sumadas a las 16 nuevas curules de la paz para víctimas del conflicto que revivió la Corte Constitucional y se posesionan a partir del próximo año, es uno de los más numerosos y costosos, no sólo de Latinoamérica sino del mundo. 

La reducción de los gastos del estado y por supuesto de un Congreso ineficiente, forma parte del sentimiento generalizado del pueblo colombiano y esto captado por los formuladores de la propuesta (los archienemigos Cristo y Uribe) en época de campaña política, huele más a populismo electoral sin una base cierta de realización. 

Y no tiene asomo de realización si tenemos en cuenta que, en diferentes momentos, iniciativas de esta naturaleza se han hundido en el Congreso de la República sin contar con los votos necesarios, por una simple razón: Los mismos honorables de la patria, no van a eliminar la cantidad de privilegios que la “democracia” en Colombia les ha otorgado.

Un referendo de conformidad con la Ley 134 de 1994, para que el pueblo decida lo que a vox pópuli desea, sería lo ideal; pero también choca con el inconveniente que sería el Congreso por mayoría el encargado de aprobar la ley de convocatoria, lo que haría inane y desesperanzador cualquier intento que se haga con los integrantes del actual Congreso, por las razones esgrimidas en el párrafo anterior.

Un Congreso renovado en por lo menos un 80% para que se reforme y para eso los colombianos contamos con un arma poderosa para cambiar el destino que en las últimas décadas ha empobrecido a sus ciudadanos y ha degenerado la política tradicional, sería el voto responsable en las próximas elecciones, elegir a conciencia sin vender el sufragio, pues los que utilizan esas prácticas están invirtiendo para recuperar con creces la inversión una vez elegido.

En pandemia nuestros políticos regionales, se volvieron invisibles para volver a aparecer con toda seguridad ahora en elecciones. 

Hay que ejercer el derecho al voto, si no hay candidatos que satisfagan sus expectativas, ¡VOTE EN BLANCO! También vale.