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Posibilidades inesperadas
Para ello necesita un Congreso democrático que le ayude en esa tarea titánica.
Sábado, 12 de Marzo de 2022

Increíblemente, el momento actual plantea grandes oportunidades y grandes amenazas a Colombia. Las amenazas son de sobra conocidas y vienen de la mano de la izquierda y el santo-samperismo-gavirismo: lanzarnos al abismo del socialismo del siglo XXI.

Inesperadamente el ataque ruso a Ucrania “despertó” a las democracias liberales, aunque bastante menos a los Estados Unidos de Biden, quienes están mostrando que es hora de defender las democracias de las satrapías radicales. Eso nos sirve mucho. Si Colombia logra permanecer como democracia liberal (aunque débil y llena de problemas) y elige a un presidente democrático que busque reorientar el rumbo del país hacia un modelo de desarrollo, las oportunidades del país son inmensas. Ser el escudo latinoamericano contra la avanzada izquierdista hará que muchas empresas chilenas, peruanas y multinacionales busquen asentarse en Colombia. Pero no basta que no ganen los izquierdistas. El nuevo presidente debe llegar a poner orden para lo cual requiere una inmediata reforma a la justicia y el desmonte del gigantesco estado nacional y los subsidios, estos gradualmente, para que puedan quedar recursos para infraestructura. Hay que cambiar el discurso socialistoide por el del desarrollo sostenible.

Para ello necesita un Congreso democrático que le ayude en esa tarea titánica. Derrotar los enemigos internos es condición sine qua non para enfrentar las graves amenazas externas, más aún cuando quedamos como uno de los pocos países democráticos entre regímenes afines al criminal de guerra Vladimir Putin. Sabemos que confiar en que una potencia nos apoye es correr un riesgo muy alto; ya vimos por qué. Debemos hacer acuerdos pero manteniendo la independencia y adquiriendo una posición armada de defensa: es la primera vez en su historia que Colombia tiene realmente un riesgo de conflicto exterior.

Votar bien para Congreso y Presidente hará la diferencia entre un estado fallido y un estado encauzado. Nos quisieron vender desde los medios que en esta elección la salida era el centro cuando es brutalmente claro que la decisión es entre socialismo y democracia liberal, la de la libertad y el orden, la del estado al servicio del ciudadano enfrentado al modelo socialista del ciudadano al servicio del estado. La prueba fueron las coaliciones de centro: la de “centroizquierda” es un garrotera interna permanente, que parecen tener más diferencias entre ellos que con sus contrapartes y varios de ellos claramente son propetristas y allá terminarán. La “centroderecha”, algo que no existe, también se perdió tratando de equilibrar ese ni Petro ni Uribe, que los perdió entre los votantes anti-Petro, pues aunque los “prefieren”, no es lo que están buscando. Al Centro Democrático, que incluso también se define de centro (tanto Uribe como Duque) le pasa un poco como a la centroizquierda que las peleas internas los ha hecho perder imagen, en un momento cuando se requiere un gran liderazgo de derecha, de democracia liberal. Y vuelve y se la juega con un candidato que no despierta entusiasmo. En ese desorden pescan individualidades “raras” como Ingrid Betancur y Rodolfo Hernández.

En Europa que si hay centro izquierda, ésta es respetuosa de las instituciones democráticas y la economía de mercado, pero que creen, frente a la democracia cristiana, que el estado debe jugar un mayor papel. En América Latina la izquierda es equivalente a socialismo antidemocrático, economía centralizada y eliminación de la economía de mercado. Por eso un centro izquierdista o es izquierdista prosocialista como Amaya y Robledo, o es izquierdista prodemocracia, algo parecido a la socialdemocracia europea, pero más tiznadito de discurso mamerto como Gaviria (Santismo) y Fajardo (Verdi-rojo).

Por eso, el único posicionado es el socialista Petro sin contraparte creíble en la derecha democrática (no de centro). Desafortunadamente los errores “centristas” de Duque permitieron posicionarse a la izquierda socialista y no se ve quien pueda tomar posición en la contraparte, que es a la derecha, no el inexistente centro.

Tenemos una oportunidad histórica y confío todavía en que la tomemos, si no el lamento será lastimero.

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