Varios ensayos del pico y placa se han realizado en nuestra querida Cúcuta, sin que los resultados hayan demostrado que ella ha llevado a un mejoramiento en el sistema de movilidad.
El último se suspendió para efectuar un análisis serio de la viabilidad del mismo, después de eliminar ciertos beneficios en relación al sistema anterior.
En efecto, se colocaba el pico y placa para todos los carros de la ciudad, incluyéndose los de placa de la ciudad y el área metropolitana.
Esto constituye craso error, pues, se ha incrementado la compra de vehículos con placa de la ciudad o municipios integrantes del área, que favorecían su movilización, al tiempo que se contribuye al desarrollo económico de la ciudad y en nada contribuye ello, a este aumento de automotores con placa de Cúcuta o municipios vecinos.
La realidad nos demuestra que acá el tránsito fluye rápidamente, con limitación al sector de la avenida tercera y séptima, por las rutas de buses, pero, se está evitando estacionar carros en la tercera cerca al Parque Colón, lo que agiliza innegablemente el fluir de los vehículos.
Pero, la verdad, la falta de cultura nuestra y la indisciplina social, impiden mayor celeridad en los desplazamientos, por cuanto acá cada quien hace lo que le viene en gana, sin ser sancionado por ello.
En efecto, la avenida cero se reduce a un carril, por cuanto no pagamos parqueadero y nadie controla eso. Igual acontece en el centro, problema agravado con la salida de niñas de colegios sobre la calle doce entre segunda y tercera. Los trancones del Santo Ángel se redujeron al impedirse el parar vehículos en dos carriles, con lo que se agilizó mucho el tráfico.
Hay sitios difíciles sí, como la redoma de la Terminal de Transportes, donde se requiere un arreglo que parece está dentro de las proyecciones del señor alcalde.
Ojalá se mejore el Parque Lineal y el sector del puente Eustorgio Colmenares, en sentido norte-sur, conforme había sido planeado en su momento por Ramiro Suárez.
Hay que revisar bien si se implementa esa medida que afecta a muchos ciudadanos, por las incomodidades que conlleva y, especialmente, por la difícil situación económica que vive la frontera, resultando golpeados entre otros, el comercio, restaurantes, los hoteles y en fin, la actividad que gira alrededor de esos negocios, lo que torna en necesario, buscar la fórmula más adecuada para nuestra querida ciudad, en aras de favorecer a la ciudadanía en general, pero, haciendo sentir a los infractores el peso de la autoridad, pues, el común denominador es no respetar las señales de tránsito, semáforos, manejar con niños o perros en las piernas, conducir al tiempo que se habla por teléfono o peor aún, manejar chateando al tiempo, actitud irresponsable que hace carrera hasta en los motorizados y conductores de taxis.
Somos una ciudad tan diferente de las demás, acá no se respetan las señales de tránsito, se pita indiscriminadamente, se pasan los semáforos en rojo, en fin, no tenemos conciencia ciudadana.
Y peor aún, al gremio de los taxistas ningún alcalde ha sido capaz de meterlo en cintura y poner a funcionar obligatoriamente el taxímetro. Cada quien cobra lo que considere, no hay autoridad ni quien imponga lo que en cualquier ciudad es de carácter obligatorio.
Antes que medidas represivas como el pico y placa, debemos realizar vigilancia adecuada de esta cantidad de fallas de nosotros como ciudadanos.