“Renegociar TLC es una estupidez sin precedentes”, Iván Duque Márquez. A mediados de mayo, el Señor Presidente nos espetó tan impolítica frase en plena primera etapa de la campaña presidencial y justo en los diálogos que personalmente adelantaba en el foro de diálogo comercial con el Reino Unido. Impolítica y absurda expresión, cuando todos los candidatos de estas pasadas primarias, lo estaban insinuando, entre ellos los populistas ganadores Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.
Inelegante respuesta, además, no solo por el grito, sino por la imprudencia y la inconveniencia. Pues en todo Tratado de libre Comercio, hay cláusulas normales de la revisión, que son producto de las variantes del mercado internacional, de la oferta y demanda, del mercado monetario y de la geoestratégica de los países afiliados a la OMC.
El Señor Presidente no sabe comunicar, ni siquiera sus éxitos, que valorizan su gestión, por ejemplo: que deja la mayor inversión social en toda la historia del país. Hay crisis de imagen en su entorno hasta en el manejo de las minucias.
Los modales y el tono, que deben ser más sutiles y sensibles del mundo diplomático. En la historia republicana de Colombia nunca recordamos tales circunstancias inapropiadas en Presidentes de tan recio carácter como Carlos Lleras Restrepo o Laureano Gómez.
El señor Presidente de la República debe entender que asuntos de tanta importancia, no se pueden manejar de esa manera, así sea para responder a los contradictores de turno y menos a sus posibles sucesores, pues de por medio están los intereses económicos y financieros nacionales. La revisión que plantean los candidatos los fundamentan para equilibrar y lograr el incremento comercial y lograr más inversión y el equilibrio de la balanza.
Hernández dio unas razones de su propuesta de revisión si llegaba a ser elegido, con una razón elemental así fuera discutible: no permitirá dijo, la importación de productos cuando la oferta interna sea suficiente. Una afirmación que por primaria merece el debate, no el insulto, ni el grito presidencial.
Solo hay que confrontar cifras y razones ciertas y actuales.
El TLC Colombia-USA tiene un balance infortunado pues perdimos el 50% del valor exportado hacia ese país. Del 2012 al 2019 bajamos de US$ 23.000 a US $11.000 millones de dólares. Lo cual significa que de superávits comerciales del +2% del PIB pasmos a déficits persistentes del -0.6% del mismo.
Un asunto serio que no merece tratarse con gritos y desaires, en la encrucijada electoral. Hay que debatir un tema tan importante, que les preocupa a los ganadores de la primera vuelta los populistas Petro y Hernández, pues tenemos firmados 17 acuerdos comerciales, CAN, CARICOM, Cuba, Mercosur, EFTA, Venezuela, Unión Europea, Alianza Pacífico e Israel entre otros.
A ellos les preocupa la disminución del auge minero-energético y su impacto en la balanza de pagos, que es, además, centro de controversia de los candidatos, pues el énfasis ambiental de Petro tienen muchas incongruencias repentistas, y les preocupa también la pérdida del dinamismo del comercio a nivel mundial.
Adenda: Innecesarios los desplantes presidenciales, que desdibujan su excelente gestión económica al lograr el mayor crecimiento económico de Colombia en un siglo.