“No se acepta el resultado electoral y se exige escrutinio voto a voto, de todas las mesas del país”. Así respondió Petro en un debate, cuando todavía iba a debates, antes de las elecciones de marzo, frente a la pregunta de qué haría si llegara a concluir que hubo fraude.
Después de elecciones, cuando todos denunciaban, el presidente citaba la Comisión, el país perdía la confianza y el registrador anunciaba reconteo, de un momento a otro, casi todos, sencillamente, se patrasiaron.
Petro el primero, a pocos días de sus declaraciones, de gritar ¡Fraude! y exigir reconteo, cuando tuvo sus tres curules, con sus casi “400 mil voticos” aparecidos de la nada, no solo decidió que el fraude ahora iba a ser el reconteo que ayer exigía, sino que lo convirtió en “golpe de Estado” liderado por Uribe. En una entrevista afirmó que “legalmente no es posible”, sin explicar porque antes lo era, y que “eso estaba en manos de jueces que tomaron decisiones”. Sí, sus amigos de ASONAL, gremio de izquierda, como FECODE, cuyo presidente apareció en un video rechazando el reconteo y relatando como sus abnegados jueces, en las comisiones escrutadoras, rescataron los votos del Pacto Histórico.
Así entonces, en la comisión convocada por el Gobierno se patrasió la izquierda, beneficiaria de los “votos aparecidos”, se patrasió el centro-santismo, que juega con “la esperanza” de los colombianos, con el cuento de que su tibio candidato es el único que puede vencer a Petro. Bueno, “la esperanza” es lo último que se pierde, pero detrás de ella se puede perder el país. Otros partidos daban pasitos p’atrás y pa’elante, y solo quedaron reclamando el conteo con dignidad, el Centro Democrático y el Movimiento de Salvación Nacional.
Semejante espectáculo de incoherencia facilitó la patrasiada del registrador, quien hasta el día anterior reconocía irregularidades y aseguraba que solicitaría el reconteo, pero frente a la patrasiada de la mayoría de los partidos, no le quedó otro camino que desistir.
El Gobierno, por su parte, montó la escena y quedó tranquilo: “no escuché a ningún partido hablar de fraude”, manifestó satisfecho el ministro del Interior; y sí, la reunión salió bien, pero la desconfianza quedó sembrada en los colombianos.
El hecho cierto fue la gran diferencia entre conteo y escrutinio, que llegó al 7%, con 417.500 errores, o votos aparecidos, nada sospechosos si estuvieran distribuidos entre los partidos, pero muy sospechosos cuando el 94% benefició al Pacto Histórico con cerca de 400.000 votos y tres curules.
La patrasiada en los políticos no es extraña, pero jugar con las elecciones es jugar con la democracia, pues la confianza es de cristal y, cuando se rompe, es irreparable. Es entonces, en momentos de confusión, cuando se toman las peores decisiones, y el país enfrentará en las urnas de mayo una en que se juega su futuro.
@jflafaurie
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