Las consecuencias del calentamiento global y la destrucción del medio ambiente, en la ciudad se están evidenciando con un clima inusual, extraño e impensado por los habitantes veteranos, acostumbrados por mucho tiempo al aire fresco, suave, que otrora se desprendía de las montañas adyacentes.
La temperatura promedio, de 21 grados centígrados, que se sostuvo durante varios siglos, en los últimos años, especialmente en el presente, sobrepasa la barrera de los 30, con el fastidio, intranquilidad y estrés, que puede generar en los humanos de estos lares nortesantandereanos.
Las bondades del clima, del antiguo, solo se podrán encontrar en los poemas y canciones que identificaban y caracterizaban a la tierra del poeta Caro. Hasta en las noches y madrugadas, los termómetros se disparan y ni siquiera los ventiladores logran sofocar el calor.
Las épocas en que los ocañeros vestían trajes elegantes, de paño, como se conocían antes, ya es cuestión de historia y añoranzas. Aunque nos destacamos por vosear, por hablar rápido, por ser alegres y por
gustarnos la música vallenata, para que nos parezcamos más a los vecinos costeños , de los sures de los departamentos de Cesar, Magdalena, Bolívar y La Guajira, lo único que nos falta es que tuteemos, porque ya contamos con el clima tropical de los ribereños.
Para que la transformación sea completa, tanto hombres como mujeres calzarán albarcas tres puntá, y en cambio de comer arepa con queso, consumirán yuca con suero, arroz de coco, ñame, guandul por frijoles y carimañolas por empanadas.
Los seguidores del fútbol profesional, dejarán de ser hinchas de Millonarios, Santa Fe, América y Nacional, para volverse junioristas.
En los próximos carnavales, las comparsas serán acaparadas por los monocucos y marimondas, elegirán el rey momo propio y mamarán ron en cambio de aguardiente.
Sin pretender ningún tipo de discriminación racial, el intenso sol que nos ilumina desde hace rato, cambiará el color de nuestra pieles y el terrible problema climático que afrontamos, nos inducirá a practicar el boxeo y el beisbol.
A las mujeres hermosas, que nunca escasearán, no las llamaremos “mamitas” sino “bollazos”, y si por algún motivo se salen de la línea moral, no les gritaremos infieles sino cachonas.
Para fortuna propia y de la región, todavía andina, aunque con alguna influencia caribeña, el sofoco que significan las extrañas temperaturas, que sobrepasan los 30 grados, como en alguna de las obras de García Márquez, el soponcio nos pone a delirar, pero no por mucho tiempo, porque parece, que por fin, terminará el travieso fenómeno del niño.
Y como siempre hay personas que se benefician del mal ajeno, a los comerciantes les va muy bien con la venta de equipos de aire acondicionado, abanicos, ¡perdón, ventiladores!, neveras, refrigeradores, y los vendedores callejeros que calman la sed y deshidratación con los refrescos de frutas ácidas.
Aunque las temperaturas elevadas se padecen en casi todo el país, no está por demás, la siguiente reflexión: cómo se sentirán, qué dirán los responsables, y los funcionarios que autorizaron tumbar montañas, talar bosques y acabar con los humedales y otras fuentes hídricas?.
Oí lindo, ¡qué calor!