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Nostalgia bonita
Ya no habrá abundancia de tiempo y los recuerdos estarán como duendes, alimentando la sonrisa por cualquier memoria bonita.
Domingo, 5 de Junio de 2016

El carrusel de la vida se ha encargado de rotar todo, de girar, ajustar y desajustar, para dar curso al destino. Unos arriba, otros abajo, depende de cómo se mire el éxito en esta turbulencia de vivir. 

Algunos consiguieron dinero y poder y tienen un modo de ser distinto, en escenarios que reflejan el frenesí de la ruleta del consumismo, pero uno los entiende con cariño y, sin duda, con admiración. Otros, como yo, creemos que la existencia sencilla es más provechosa, quizá porque nos salvamos del éxito (?). De seguro, ellos también nos entienden con cariño pero con algo de compasión.

Ya no habrá abundancia de tiempo y los recuerdos estarán como duendes, alimentando la sonrisa por cualquier memoria bonita, que a todos nos gusta, inclusive a los poderosos, o a los aburridos, como yo. -En medio de todo, la recompensa que tengo es la estupenda contradicción de que, entre más aburro a mis amigos, más feliz soy en mi mundo de soledad y silencio, inscrito con arte en un corazón cada vez más parroquiano-.

De manera que la deriva y los momentos del carrusel deben entenderse así, simples, para que cada quien viva sus circunstancias como le corresponde, sin olvidar que en el fondo del alma hay algo valioso, que debe conservarse: la huella pura de una nostalgia de gratitud y enseñanza de la convivencia humana.

Aquél mismo carrusel se encargará de acoplar, de nuevo, los momentos y ¿quién sabe? puede ser que las vivencias retornen en unos años. Por ahora, no tienen la misma dimensión para los dos sistemas de emociones. Lástima que la biografía pase así y no conserve los márgenes de ternura, ingenuidad y alegría que antes hacían que los sentimientos fueran ideales compartidos.

Sin embargo, uno atesora todo eso y lo guarda con esa validez grata que se da a las cosas lindas y, además, entiende que el caos mundano hace que la gente desee acomodarse a sus nuevas circunstancias, dictadas por la superficialidad.

(Por ejemplo, los nuevos amigos de nuestros viejos amigos, aunque buenos, no igualan nuestro cariño y nuestros nuevos amigos, aunque buenos, nunca son iguales a los que llevamos en el alma).

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