Recuerdo muy bien la primera vez que le vi. Me lo presentaron una noche de 2005 en el sótano de Jeff, una guarida de adolescentes bañada en luz negra donde el Monopoly se jugaba con donuts y Dr. Pepper mientras a lo lejos la música de Fall Out Boy apenas era audible por sobre el ruido de las risas. Sentados en el gran sofá Cory tomó la iniciativa, conectó el televisor al computador, abrió una página web y en cuestión de segundos estábamos viendo alguna pésima película de amigos perdidos en un río. Aquello era un milagro en movimiento para mí, yo que todavía estaba acostumbrado a empujar casetes rebobinados a medianoche por el casillero de devoluciones de Blockbuster mientras mi padre me esperaba con el carro encendido. “Brujería” dije mirando a la pantalla. “No, es Netflix” me corrigieron.
6 años después de aquella epifanía de viernes, Netflix llegaría a Colombia con un catálogo que no llamaría mucho mi atención (era delito que “¿Dónde está el piloto?” y “Rápido y Furioso 2” siguieran en la categoría de estrenos), pero en un par de años sus alianzas comerciales con distintas productoras lo hicieron un producto atractivo y casi tan mágico como yo lo recordaba. Los más damnificados con mi suscripción fueron mis amigos de la calle 14 con séptima, aquel emporio colosal de piratería en el que sagradamente invertiría 20 mil pesos cada viernes durante la universidad. Mi fiel computador, por otro lado, me lo agradecería, pues muchas fueron las noches de emergencia que pasamos esquivando virus y troyanos mientras rastreábamos hasta el último episodio de Dr. House por el ciberespacio.
Hoy Netflix es un titán del entretenimiento cuyo servicio ocupa el 15% del tráfico total de internet en el mundo, números astronómicos con los que soñaría cualquier empresa. Sus series originales han destronado a HBO en los Premios Emmy y cada vez más actores de respetada reputación ven en la plataforma una alternativa viable para avanzar en su carrera y crear tendencias. En las últimas dos semanas Netflix acaparó varias veces los titulares de la prensa, primero con el lanzamiento de Black Mirror Bandernach, película donde los televidentes van eligiendo el desarrollo de la trama, luego con el increíble dato de que Bird Box, suspense postapocalíptico protagonizado por Sandra Bullock, ha sido visto por 45 millones de usuarios, y finalmente con el triunfo de Roma de Alfonso Cuarón en los Globos de Oro.
Y es que si Roma aprovecha el momentum provocado por la ola de excelentes críticas que ha recibido, podría convertirse en la primera cinta de plataforma que gane el Oscar a mejor película, una posibilidad histórica que empezó como un disparate risible pero que conforme nos acercamos a la fecha de nominaciones, ha ido mutando hacia un hito inminente. Así pues, Netflix pasó del alquiler de video en línea que me sorprendió hace 14 años a convertirse en el factor disruptivo de su industria, cambiando la forma como consumimos cine y televisión. Ni los hermanos Lumière habrían podido imaginarlo.