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Negros, víctimas del racismo
La brutalidad de la policía es ya conocido, y la impunidad que la ampara y su racismo aterradores, como lo han probado muchas investigaciones judiciales.
Sábado, 6 de Agosto de 2016

En los últimos dos meses han sido asesinados, en Estados Unidos, cinco hombres de raza negra. Tres en el mes de junio, y los dos últimos, a mediados del pasado mes de julio, todos, por parte de la policía de ese país.

Los afroamericanos muertos pertenecen a una minoría que a pesar de haber logrado con sangre sus derechos, tiene seis veces menos riqueza que los blancos, menos opciones de conseguir empleo y mayores restricciones para acceder a la educación. Esto último viene a ser otra forma, no armada, de violencia, que explica en parte la razón por la que uno de cada tres negros va a prisión en cualquier momento de su vida, en contraste con uno de cada veinte blancos.

La brutalidad de la policía es ya conocido, y la impunidad que la ampara y su racismo aterradores, como lo han probado muchas investigaciones judiciales. Según los funcionarios instructores, “la posibilidad de que un negro muera a manos de un agente es tres veces mayor que la de un blanco”.

Lo anterior demuestra que el racismo de la policía refleja el querer de una parte de la población blanca. No resulta gratuito que muchos ciudadanos de ese color cotidianamente expresen su admiración por ella con letreros que así lo demuestran: “Estamos con los azules”.

Letreros como el anterior, dieron lugar a que el francotirador que disparó contra cinco policías, el mes pasado causándoles la muerte, un veterano del ejército que prestó servicio en Afganistán, de raza negra, hubiera actuado de tal manera. Resulta fácilmente entendible que dicho exmiembro del ejército haya ejecutado esa conducta contagiado por la indignación que produjo, en quienes han sido víctimas de la agresión de los blancos, la continua brutalidad de los policías. No es que estemos justificando la muerte de los agentes del orden, pero sí entendiendo que si el comportamiento de la policía hubiera venido siendo otro, el veterano del ejército jamás hubiera disparado contra los policías.

Una verdad innegable, es que el racismo declarado es tan grave como el racismo solapado, pues este último se las ingenia para ejercer su agresión disimuladamente. Ejemplo de ello, cuando un policía escoge por su color a los que requisa, o un grupo de blancos ignora a un negro en el trabajo o en la escuela, agraviándolo con su desprecio.

En nuestro país, aunque no queramos reconocerlo, existe el racismo. Viendo los informes que sobre el Chocó en estos días trae la prensa nacional, envenenamiento de sus ríos por mercurio, debido a la minería ilegal, cierre del hospital San Francisco de Asís, en Quibdó, inmensas dificultades para que la población pueda acceder a la salud, y elevado índice de mortalidad materna, mucho mayor que en el resto del país, resulta evidente que, más allá de la corrupción interna, el reconocido abandono del Estado puede verse, también, como otra clase de racismo no superado. Es doloroso que al igual que en Estados Unidos, en Colombia, los hombres de color siguen siendo tratados de manera excluyente.

 

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