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Los poros de la consciencia
Ológrafo
Lunes, 7 de Marzo de 2022

La fuerza de la condición humana es arrolladora y, en su impulso incontenible, arrastra la fragilidad de la razón, la cual sólo tiene el único recurso de protegerse dentro de un círculo de libertad denominado consciencia.

 Allí deben resguardarse los dones de la vida, preservarlos y fortalecerlos con un ejercicio constante del supremo derecho a la deliberación íntima, aquilatada de madurez, paciencia y reflexión crítica.

Desde su dimensión sobrenatural nos traza la huella de los caminos rectos, o de los equivocados para corregirlos y volver al rumbo juicioso, después de contener la avalancha de los instintos buenos, o malos.

Y tiene poros, por los cuales se va sembrando en el alma para orientarla e interpretar signos y señales mágicos que sólo son entendibles cuando se conjugan pensamiento y espíritu.

Así, el corazón se va acostumbrando a merecer la eminencia intelectual que inspira a la bondad, a la sobriedad y a la prudencia, para dignificar los sueños e identificar los deberes nobles de la razón.

La consciencia es el recinto de la paz interior, del raciocinio y la lógica, del contexto sabio y sano de los sentimientos, de la autenticidad, la autonomía y la responsabilidad, cultivados en esmeradas jornadas de estudio.

Es la transferencia de nociones de dignidad a cada quien, con el propósito de forjar una esperanza que refleje, en lo posible, el secreto y la perfección de los enigmas universales en las dimensiones humanas.

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