No pretendo referirme a fórmulas mágicas para la redención de la rica y martirizada región de Norte de Santander. Aquí no caben los líderes sociales que podrían impulsar la solución de los infinitos problemas que afrontan los indígenas Barí y sus descendientes, lo mismo que los miles de colonos que habitaron la “tierra del trueno” y que en ella regaron su descendencia.
No incluyo en este titular esperanzador las decisiones estatales para dotar a la convulsionada zona de vías terciarias, hospitales, escuelas con maestros y garantías a los campesinos cultivadores o pequeños ganaderos, en cambio de aumentar el pie de fuerza militar y el sobrevuelo de aviones y helicópteros.
Las verdaderas esperanzas de cambio, de paz y progreso, las representan los niños y jóvenes que se forman en las escuelas y colegios, que como bachilleres llegan a la seccional de la Universidad Francisco de Paula Santander, de esta ciudad.
Los universitarios demuestran que tienen la capacidad y las ganas suficientes para entender que el narcotráfico y la guerra no representan ningún futuro para ellos, sus familias y sus proles. Con los esfuerzos de sus padres y su verraquera para vencer innumerables obstáculos, como el estigma de su procedencia, logran concretar sus proyectos de vida, graduándose como ingenieros, abogados, administradores de empresas, contadores, zootecnistas y comunicadores sociales.
Quienes tenemos la fortuna de aportarles la formación y orientación a los jóvenes catatumberos, nos llenamos de satisfacción cuando reciben sus diplomas como profesionales, y comienzan a mostrarse regional y nacionalmente como colombianos buenos, que le pueden aportar al desarrollo del país y a la redención de su territorio.
La prueba es contundente y edificante: en el reciente evento de premiación del concurso de periodismo realizado por el Círculo de Periodistas y Comunicadores de Norte de Santander, en Villa del Rosario, estudiantes de la UFPSO obtuvieron cuatro ´Bagatelas´, y casi todos obtenidos por hijos o descendientes del Catatumbo.
Las estudiantes de quinto semestre de Comunicación Social, Yareiny Carrascal Pérez y Kelly Yurany Arévalo Pabón, de Convención y El Tarra, respectivamente, alcanzaron, además la distinción de la MAPP-OEA, por la crónica radiofónica “Fui a la guerra y volví”, en la que relataron la historia y los nuevos retos de un guerrillero desmovilizado de las Farc .
En el trabajo académico, las muchachas realizaron una investigación seria, de la cual redactaron un texto conmovedor y mostraron los testimonios del protagonista, para relatarlo con sus voces bien entonadas y con una vocalización muy clara.
“El valiente luchador que dejó abiertos sus ojos”, una crónica escrita por la estudiante Angie Marcela Cácerez Guerrero, de San Calixto, presentada como examen final de la asignatura de Géneros Interpretativos el año pasado y que luego de algunas correcciones la presentó y acabó de ganar el certamen.
Los hechos ocurrieron en su municipio y en ellos narró la destrucción de una familia por un atentado dinamitero , en el que sobrevivió un pequeño.
La estudiante de último semestre, Alexandra Franco Quintero, hija del reconocido camarógrafo y productor de televisión Alexander Franco, oriundo de Hacarí, fue la directora del cine documental “Mi Templo de Lucha”, presentado por el profesor Emil T. Elam Méndez.
“El legado de mis hijos”, medio digital realizado por los estudiantes de quinto semestre de Comunicación Social, Paula Alejandra Chona Molina, (abuelo de San Calixto), Elizabeth Barbosa Pérez y Andrés Julián Pérez Amaya, seguramente con ancestros de la antigua provincia de Ocaña.
El Catatumbo no solo es la segunda región del planeta en luminosidad. Tampoco es una de las despensas más grandes de Colombia en agricultura y ganadería. Y ni se diga de las riquezas mineras que guarda en sus entrañas, de las numerosas fuentes hídricas y las selvas vírgenes que protegen fauna y flora , desconocidas.
En esta maravillosa y promisoria región hay un gran número de jóvenes empeñados en prepararse para buscar el apoyo estatal que les permita comenzar a redimir los tantos males que los aquejan. Ellos representan la esperanza.