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La lucha ahora: por el centro
La crisis de los partidos es sin duda la antesala del caudillismo.
Sábado, 26 de Marzo de 2022

Empezó la campaña electoral de verdad verdad. El escenario se va despejando: el domingo se conformó un congreso representativo de la diversidad un tanto caótica del nuevo país. Es un escenario aún en obra negra; aunque ya se perciben sus contornos, falta mucho por depurarse, por definirse. Sobrevive malherida la política tradicional como maquinaria electoral desnuda y fría, sin alma ni propósito, carente de una propuesta movilizadora de opiniones y energías ciudadanas, que poco a poco pierde su presencia y poder en espacios donde durante cuarenta años reinó indisputada. El caudillismo de Uribe y Petro, ante el vacío generado por la crisis de los partidos se había tomado el escenario, ambos con gran respaldo ciudadano. Lo vivido nos enseña que aunque sea mala, sin política una sociedad no funciona.

La crisis de los partidos es sin duda la antesala del caudillismo, de los políticos mesiánicos que logran conectarse con el ciudadano común agobiado o exhausto con la triste e injusta realidad de su vida, que reclama una voz que le hable de su situación y le proponga una solución, válida y viable poco importa. En medio de la desolación reinante, el ciudadano corriente necesita sentirse escuchado y acompañado, no abandonado a su suerte. Esa emocionalidad social la vivimos hace cuatro años; ¿la volveremos a vivir en estas elecciones? La gran pregunta al entrar ya a la tierra plana de la campaña.

Tenemos ante nuestros ojos una verdad de a puño, que democracia y partidos políticos riman y que su crisis deja la dinámica política en poder del caudillismo. La política caudillista mueve más emociones que razones y lleva más fácilmente al ciudadano a votar; por eso permanece sin pronunciarse una “mayoría silenciosa”, casi la mitad de los colombianos en edad de hacerlo, muchos de ellos con sensibilidad o preferencias políticas de centro, que el domingo pasado no votaron o solo lo hicieron para el Congreso que logró cinco millones de votos más que las consultas de las tres coaliciones, nacidas para paliar la crisis partidista y que podrían ser el germen de nuevos partidos de centro, derecha e izquierda.

En el nuevo escenario político que se visibilizó el domingo el puesto de centro gravitacional político, lo cedió Álvaro Uribe a esa mayoría silenciosa compuesta en buena medida por mujeres y jóvenes especialmente de clase media que desconfían de los extremos y de la polarización; que han perdido con la situación del país, pero podrían perder aún más. El centro de gravedad de las democracias son los sectores medios que han crecido en Colombia, y que hoy viven con sentimientos de inseguridad.

Entramos en una fase de la campaña donde, a diferencia de hace cuatro años, ya la dinámica no será la polarización sino la lucha por captar el centro: Petro con todo y sus vaivenes oportunistas, se presentó abierto al centro en su discurso del domingo de elecciones; Zuluaga, el más centrista de los uribistas apoyó de inmediato al ganador en la coalición de derecha, Fico Gutiérrez. La Coalición de Centro Esperanza con su candidato Sergio Fajardo, no se tiene que reacomodar, pues el centro es su espacio natural; necesita eso sí, cerrar filas con Fajardo y avanzar. Por esa razón, es el candidato que más posibilidades tiene de crecer; a los otros en buena medida su electorado votó el domingo; el de Fajardo está sin salir a las calles, esperando a ser invitado.

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