La frase del título no se quien la dijo en primer lugar pero ya pasó a ser parte del saber popular. Sabiendo quien venció podemos saber cómo va a ser la historia o leyendo la historia podemos saber quién ganó.
La autodenominada “Comisión de la Verdad” presentó su informe y leyéndolo sabemos quién ganó en la lucha entre el estado colombiano y las guerrillas. Aunque el desafío bélico lo ganó la institucionalidad, la guerra política la perdió el estado. Solo basta seguir el hilo conductor del estudio para saber que tenía como premisas los axiomas del marxismo: lucha de clases, la pobreza como justificadora de la violencia, la lucha contra el imperialismo, la igualdad entre las fuerzas del estado y los grupos armados organizados, la población como personaje “neutral” de un conflicto y toda la cartilla roja.
La primera gran conclusión del estudio es que el estado y sus fuerzas militares fueron las culpables del “conflicto contra el pueblo”, así, pueblo anónimo como lo manda la doctrina socialista, mientras que las guerrillas, plenamente justificadas según el informe, cometieron “algunos excesos”. Está escrita la versión farc de la historia colombiana por una comisión encabezada por un sacerdote católico, que no es historiador, que no oculta su militancia izquierdista. Ganó Santos: la historia de Colombia la reescribieron los consuetas del proceso Santos-farc.
Con el argumento anterior no quiero decir que el estado colombiano sea y haya sido un dechado de virtudes. No. El modelo español de economía extractiva e inmovilidad política que sigue hasta hoy y que por lo que se ve se profundizará en el nuevo gobierno, es responsable del subdesarrollo crónico y la inequidad creciente del país. Que eso no es justificante de la violencia se ve en el resto de América Latina que con las mismas condiciones de Colombia no tuvo “conflicto armado crónico”. Pero pintar a la guerrilla como representantes de un pueblo oprimido solo es posible con axiomas prejuiciosos, propios del socialismo antidemocrático y esos nos venden hoy De Roux y sus camaradas.
El informe es un cuento modelo soviético de las “luchas populares” contra el poder o debido al sufrimiento de las minorías. No considera para nada variables como la geografía colombiana ni su condición de regiones aisladas o condiciones ambientales, ni hace rastreo histórico de los flujos de inmigración. No relata el papel del tráfico de narcóticos en alimentar la “lucha popular”, ni considera el contexto geopolítico externo como no sea para referenciar el imperialismo, aislando a Colombia en una probeta de opresores y oprimidos. Pero ellos cumplieron su función, no fueron elegidos para buscar la Verdad objetiva sino la verdad justificatoria del proceso Santos-farc, que le diera a este proceso espurio el carácter de una realidad objetiva.
Pero aunque la historia la escriben los vencedores, los ríos subterráneos de la Historia, esa con H mayúscula, más temprano que tarde hará brillar, esa sí, la Verdad objetiva y documentos como el de la Comisión Santista de la Verdad quedaran como otros muchos estudios de “verdad oficial” relegados a ejemplos de cómo se ha querido siempre “guiar” la historia para atender necesidades políticas del corto plazo. Recomiendan profundizar el socialismo y “legalizar” las drogas, el negocio de las guerrillas. Legalizada la historia se pueden legalizar las drogas.
Surgirán voces como la del camarada Iván Cepeda que pedirán que ese informe se convierta en la versión “oficial” de la historia colombiana y que quien se oponga sea sujeto de persecución y cárcel, iniciando el camino del delito de opinión. Aunque el informe dice que ese documento no se debe tratar como la verdad oficial, piden que sea la base de la discusión. Al hacer eso, busca que se validen las bases del análisis y la versión socialista del estado y la sociedad.
De Roux cumplió con entusiasmo lo que le mandaron a hacer y le “coincidió” con la llegada del “cambio”. La historia la escriben los vencedores.
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