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La falta de grandeza
El poder suele ser mal consejero.
Viernes, 7 de Abril de 2017

A los líderes mundiales de hoy les hace falta grandeza. El poder suele ser mal consejero y por eso el común denominador de los estadistas del momento parece estar centrado en desarrollar capacidades para mangonear y tener la facultad para imponer poderes de dominación a costa de la lógica y de los intereses ciudadanos.

Lo vimos en la región; primero con Cuba, que hizo todo lo posible por introducir su revolución en los países del área apelando a todos los bajos instintos posibles, que se traducían en estimular guerrillas y en tratar de pisotear el sistema democrático. Y lo padecimos con Chávez, que embelezado con el dinero del petróleo, pretendió crear su grupo de países, denominados del Alba y después extendido a las naciones del sur, con la anuencia de Argentina, Bolivia, Ecuador y Brasil, que seducidos por las dádivas que les dispensaba, asentían a todo lo que el déspota les dictaba.

Chávez creía imponerse sobre una buena parte del continente, así dejara en la ruina total a su propio país, como hoy lo está logrando su torpe y errático sucesor, con la pretensión de exhibir un poder estrafalario en toda la región.

Ahora vemos que Inglaterra echa por la borda todas las acciones integracionistas de Europa, alcanzadas durante 60 años, porque le parece incómodo que no pueda mostrarse como una nación superior dentro de ese contexto, a pesar de todos los logros integracionistas que se han experimentado.

Y también tenemos el caso del señor Putín, que amenaza a sus vecinos y quiere hacer todo lo posible por someterlos. Y para colmo de males, aparece el presidente Trump de los Estados, también tratando de desbaratar los tratados alcanzados con los países aliados y construyendo murallas que separen a esa nación del resto de la humanidad.

Creo que el mundo va mal y los ciudadanos de bien tienen que emprender la cruzada para procurar que las cosas cambien, que la sindéresis aparezca, que el esfuerzo por la integración sea un imperativo y que la voluntad para asistir a los más débiles sea un elemental principio de solidaridad y de humanidad.

De lo que estamos viendo, a la barbarie, creo que existe un estrecho margen, que de continuar la tendencia, días muy oscuros vendrán sobre este mundo incompresible y perverso.

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