El viernes pasado este medio comentó sobre la eterna y accidentada elección del nuevo presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta que entre 2020 y 2021 ha tenido tres presidentes -dos delfines y un contratista-, y la terminación del encargo del afortunado Peña Castro, que sucedió ahora el 31 de octubre.
Las pujas que torpemente inicio Santaella Pérez y los miembros de su junta las presumimos que fueron retozos de buena fe. Ello nos revela que la crisis, no es de la CCC, sino de la Superintendencia de Industria y Comercio y su improvisado diseño institucional.
Y es que uno lee la Visión y la Misión de la Superintendencia y por ninguna parte encuentra mencionadas las Cámaras de Comercio. Es más, ni siquiera en los objetivos estratégicos y su perspectiva de cliente y de procesos internos y financiera relativa al gasto de lo público, ellas aparecen.
Solo en el 2011 el Decreto No.4886 se les empezó a mirar con alguna importancia cuando se modificó la estructura de la “Super” y determinó sus dependencias. Entonces su estructura quedó así: Superintendente, 5 Oficinas, 7 delegados, 8 Direcciones, 3 órganos asesores.
La dirección de Vigilancia de las Cámaras de Comercio es una de las 8 direcciones y está asignada al Superintendente delegado para la Protección de la Competencia. En otros términos, en tal nomenclatura, su importancia es de talla menor, sin embargo, el Artículo 10, nos informa para qué sirve esa dirección.
De ahí que me atreva a decir que la crisis de la Cámara de Comercio de Cúcuta no es propiamente de ella, sino de la entidad que las vigila a todas y que no corrige, que no investiga, que no advierte, que no procesa y que no sanciona. La Superintendencia de Industria y Comercio que gerencia el doctor Andrés Barreto González con la ayuda de la directora Claudia Nina Zuluaga Isaza especialista en telecomunicaciones, mas no en Derecho Mercantil, pues no funciona.
Grave que una Dirección que vigila 60 cámaras de comercio en Colombia, en la nomenclatura de la Superintendencia de Industria y Comercio, no tenga la Categoría de Superintendencia delegada.
Grave, que entidades que procesan tan elevadas cifras, se manejen sin el rango debido. Solo la Cámara de Comercio de Bogotá, tienen un presupuesto de $250.000 millones y la nuestra cerca de los $15.000 millones en 2021.
Hoy en medio de la pandemia, el comercio del país demostró su fortaleza en el tercer trimestre del 21 y FENALCO reveló que las ventas del día sin IVA que pasó, arrimaron a $7.9 billones de pesos.
Adenda: Como se ve, la culpa no la tiene, Rocío del Pilar, ni Francisco Javier, ni los vitalicios Israel y Omar Gonzalo, ni Lóndero Jr., que presumimos se han leído el Código de Comercio. La culpa es de la Superintendencia de la Industria y Comercio, que ni vigila, ni advierte, ni sanciona, ni decreta la suspensión o cierre de la cámara infractora.