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Hoy es martes 13: !Ojo pelao!
De modo que hay que estar prevenidos.
Martes, 13 de Septiembre de 2022

Yo no creo mucho en brujerías, ni en duendes, ni en espantos, pero les tengo terronera a los cuentos de la Gritona, del Ánima Sola y de la Luz Corredora. El padre Astete decía en su Catecismo que no hay que creer en brujas, pero que las hay, las hay.

La gente joven de ahora dice que esos son cuentos de los viejos; que en estas épocas modernas los fantasmas se largaron a otros mundos y que no creen en pendejadas. Pero cosas se ven.

La semana pasada, mi hijo Gustavo Adolfo, que  es  joven, nos llegó con el cuento de que había visto una bruja. Estaba en reunión con algunos amigos y, a eso de la media noche, sintieron que alguien los estaba espiando. Fue una sensación colectiva, pues todos miraron a la casa del frente y en la cumbrera vecina un animal grande como un pisco,  negro como un chulo y de ojos brillantes como de diabla, los miraba fijamente.

Los muchachos son atrevidos y se las dan de machos, así que salieron al andén y se le enfrentaron: “¿Quién es usted?” “Se le perdió algo?” El animal dizque abrió las alas, inmensas pero desgreñadas, como las del cóndor del escudo patrio, los miró con una mirada compasiva, y antes de que la dueña de casa llegara con una botella de agua bendita, el animal lanzó un graznido estridente y se fue por los aires dejando una estela de humo y de inquietudes.

Yo no supe si creerle o no a mi hijo, pero me acordé de inmediato de los consejos que me daba mi nona Lucía Esparza: “Mijo, tenga cuidado con esas brujas que andan por ahí, y hasta se le empelotan en cualquier cama”. Nunca supe muy bien a cuáles brujas se refería mi abuela, pero, por si las moscas, siempre le hice caso.

Echo este cuento porque los espantos  siguen existiendo. Cerca de mi casa en esta ciudad, hay una casa de dos pisos, con un balcón de madera y techo colonial. La casa siempre permanece sola pues el cuento es que a los arrendatarios les ha tocado salir corriendo por los fenómenos y ruidos que allí suceden.

En mi reciente libro El pueblo de los molinos de viento, relato el caso de un duende que habitaba en una finca por los lados de Chinácota.

Pero me salí del tema. El caso es que los martes 13 tienen fama de ser días de brujas, y días  de mal agüero. Un martes 13 envenenaron a mi perrita Princesa. Tal vez le ladraba mucho a la luna y no dejaba dormir a los vecinos. Un martes 13 me tumbó una mula del nono Cleto Ardila y me partí el brazo izquierdo. De eso hace más de medio siglo y nunca he podido ser bueno para la izquierda. A Dios gracias.

Fue un martes 13 cuando el candidato Petro escogió como su fórmula vicepresidencial a la encantadora Francia, y ese mismo día empezó a pensar en sus posibles ministros.

De modo que hay que estar prevenidos. Cualquier cosa puede suceder. Es posible que la señora Ministra de Minas y Energía vuelva hoy a dar declaraciones a los periodistas y nadie sabe con qué pueda salir. Es posible que el Presidente de la República anuncie otra alza, y seguramente la Reforma Tributaria dará otro paso en su carrera para ser aprobada en el Congreso.

Cierto o falso, es mejor que nadie nos coja con los calzones abajo. Y tener cuidado con las brujas que por ahí andan. ¡Ojo pelao!

gusgomar@hotmail.com

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