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¡Exprópiese!... ¡Libérese!
Santos, como expresidente, no tendrá votos ni para concejal de Chía.
Viernes, 11 de Mayo de 2018

Yo soy uno de esos a los que el silencio les grita. No puedo trabajar en silencio absoluto, necesito un ruido de fondo, sea música, radio, netflix o youtube, pero eso sí, con temas intrascendentes, como los que comúnmente se oyen en la radio colombiana con sus analistas “progresistas” y autodefinidos “intelectuales”, que no me quite la concentración en lo que estoy haciendo.

Una de mis grandes compañías, por lo graciosas que eran, eran los programas de “Aló Presidente” de Hugo Chávez en Venezuela; eso sí, me tocaba olvidar momentáneamente que esa comicidad escondía la tragedia de un país. Era simpatiquísimo verlo llegar manejando un tractor, o cabalgando “como los últimos de a caballo”, o manejando un camioncito con mercado, a la mejor usanza de los populistas nacionalistas latinoamericanos, conocidos como sátrapas; gritaba, saludaba, comía, jugaba béisbol y hablaba hasta por siete horas.

Era como ver completo un antiguo programa de “Sábado Sensacional”, pero con el mismo cómico todo el tiempo. Hablaba de política, su versión de la historia, aritmética con la que siempre quedaba mal, aunque decía que “a mí me gustan las matemáticas”, y en el colmo del absurdo, en cadena nacional, contó como manejó un problema estomacal, “caminando apretadito”. Si no fuera trágico, eso sería un nuevo modelo de humor.

En uno de esos programas, en el centro de Caracas, se lanzó a expropiar. Miraba un edificio y decía “exprópiese para el pueblo”, luego otro y después otro, hasta llegar a uno que expropió siendo propiedad del estado. Cuando se le informó, lo desexpropió.

Me acordé de eso con la promesa de Petro de “expropiar” los terrenos del Ingenio del Cauca, propiedad del grupo Ardila Lulle o la finca de Álvaro Urbe; Petro rectificó diciendo que pagar por lo “expropiado” no era expropiación, tal como lo decía Chávez que nunca pagó una expropiación. Pensar que con Petro va a ser diferente, sólo demuestra que la estupidez es una constante de los seres humanos.

Por otra parte, el candidato en margen de error de las encuestas, Humberto de la Calle, quien primero dijo que lo de Jesús Santrich mostraba que era otra mentira del NO que iba a haber impunidad, ahora que el Wall Street Journal registró como Iván Márquez, el tío del principal testigo contra Santrich en Estados Unidos Marlon Marín, es parte del mismo cártel, sale a decir que no se deben extraditar porque es un tema de seguridad nacional, acusando a la justicia de Estados Unidos y la “ultraderecha criolla” de que “se pueden tirar la paz”, ese esperpento que él dirigió no como negociador sino como “testigo” de lo que exigía las farc, pidiendo de manera implícita impunidad, pues quiere juzgar a los narcos de las farc en Colombia por crímenes cometidos en Estados Unidos, que dada la “debilidad” de la ley colombiana, conduciría a dejarlos libres, como narcos protegidos arropados por la paloma de la paz santista. Me siento como en los albores de la constitución de 1991, cuando los narcos obligaron a quitar la extradición.

Todos sabemos que después de las elecciones de mayo, de la Calle será un cadáver político, para bien del país, retirará de la política; no será juzgado por la historia perversamente, ya que la ineptitud no es dolosa, es sólo culposa.

Nuestro progresismo hoy se mueve entre ¡Exprópiese! y ¡Libérese!, por lo que esperamos que los ciudadanos colombianos (no hablo del pueblo, porque esa palabra la prostituyeron nuestros mamertos), en un acto de racionalidad dejé los progresistas en el mínimo que siempre se han movido. Santos, como expresidente, no tendrá votos ni para concejal de Chía; esperamos que lo acompañen en esos mínimos los candidatos progresistas tan dados a perseguir el sector privado y liberar criminales de lesa humanidad. 

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