Han transcurrido pocos días desde que Gabriel Boric, representando a la centroizquierda, fuera electo presidente de Chile para gobernar a partir de marzo de 2022, con una contundencia que ni los más partidarios hubieran siquiera soñado. Se impuso -en cifras redondas- con un 56% de los votos, superando por un millón de sufragios a su contrincante de derecha extrema, quien obtuviera un 44 %. Ello, coloquialmente hablando fue un batatazo de mucha contundencia, que tiene implicancias no solo en Chile sino muy probablemente también en otros países de nuestro continente.
En la primera vuelta, el 21 de noviembre pasado, se disputaban la primera magistratura siete candidatos, ocupando los dos primeros lugares José Antonio Kast con un 28% y Gabriel Boric con un 26%, por lo que fueron a una segunda vuelta el 20 de diciembre. Dos hechos a destacarse. En noviembre votó el 48% de los habilitados para hacerlo, en diciembre lo hizo un 55%, y las mujeres menores de 50 años lo hicieron en un número superior al 60%. Ello, es relevante porque tal cifra se entiende como un boomerang en contra del candidato perdedor que entre sus ofrecimientos habló de eliminar el Ministerio de la Mujer, solo mantener ayudas y subsidios a las mujeres casadas (en un país en el que los hogares son mayoritariamente monoparentales en cabeza de mujeres) y con otras demostraciones de una misoginia que hizo que las mujeres y las minorías sexuales reaccionaran de manera masiva propinándole una aleccionadora derrota.
Es de recordar que, en Chile, además, está en funciones una Convención Constitucional conformada por 155 miembros de manera paritaria, con representación de los pueblos aborígenes, que viene laborando desde inicios de julio, teniendo nueve meses prorrogables por otros tres, para redactar una nueva Constitución que reemplace la impuesta por Pinochet en 1980. De allí que, la visita del presidente electo a la presidenta de la Convención haya sido altamente simbólica, porque el texto que la Convención proponga deberá ser refrendado en un plebiscito que debiera producirse en torno a agosto de 2022.
Dos hechos relevantes adicionales. El presidente Boric deberá gobernar sin contar con mayoría en el parlamento, lo cual implica que deberá negociar con astucia y de manera ardua cada una de las reformas ofrecidas. Y, las fuerzas derrotadas de la derecha deberán reconstruir el espacio democrático que se habían labrado para distanciarse de la dictadura pinochetista, que perdieron con Kast quien negara que en Chile se violaran los derechos humanos, o que dicho régimen fuera una dictadura.
Asi las cosas, vienen meses y años complejos para el devenir político, económico y social de Chile, aunque la palabra esperanza es probablemente la mas repetida por los partidarios del presidente electo.
