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El rey Sadim
A menos que suceda algo extraordinario, Duque será el nuevo presidente de Colombia.  
Sábado, 2 de Junio de 2018

Pasada la primera vuelta presidencial, hay un ganador claro: las encuestas. Una explicación que se está dando para explicar este hecho totalmente atípico, es que no funcionó la maquinaria que se supone apoyaba a Vargas Lleras, lo cual plantea un hastío de la población con las prácticas que se hicieron política de estado en el gobierno Santos. 

Y hay un perdedor claro, Juan Manuel Santos, que al contrario del rey Midas, quien todo lo convertía en oro, todo lo que tocó lo volvió basura. Como lo habíamos escrito en la columna de análisis de las elecciones parlamentarias, el famoso “negociador” del proceso Santos-farc era un cadáver insepulto que nadie apoyaba.

De la Calle puede tomarse una cervecita e irse para su casa; ese “candidato de lujo”, “ese hombre decente” que fue coparticipe del mayor conejo a la voluntad popular en Colombia. Por otra parte, el candidato santista, German Vargas Lleras, quien no fue capaz de desprenderse de la red de intereses que montó en el gobierno Santos, probó que representar al presidente más impopular de la historia colombiana era el camino más brutal al fracaso. Vargas Lleras quedó con el pecado y sin el género; es la imagen del político corrupto, pero perdió poder político, principalmente frente a su mayor enemigo político, Gustavo Petro.

Y aún no termina el gobierno ególatra de Santos: ya firmó la entrar a la Ocde, así tuviera que “aceptar” entrar a la OTAN, un absurdo que sólo hace una persona a quien le interesa figurar, sin importar el costo. Y el riesgo es que firme cualquier cosa con el Eln, con tal de recibir la bendición de la izquierda europea, laica y confesional. Santos se consolida como la contracara de Uribe; éste sigue siendo el mayor elector en Colombia y Santos surgió como el mayor deselector.

Otra cosa que mencionaba en la columna pos elecciones a Congreso, es que la gran incógnita era Fajardo. Y lo fue. Es hoy el mayor elector en la capital del país, y como lo dijo en su discurso aceptando la derrota en primera vuelta, la mira queda en las elecciones regionales de 2019. Pero eso será objeto de otra columna. Ahora lo importante es saber qué pasará con el voto de Fajardo.

La votación entre el 11 de marzo y el 27 de mayo de 2018 aumentó en más de un millón de votos; se redujo la abstención por el voto joven y ese millón es de Fajardo. Y ahí está la respuesta. Los votos de Fajardo son antiuribistas y antipetristas, en su mayoría. No se irán a ninguna campaña en segunda vuelta; volverán a la abstención, ya que, para segunda vuelta, el voto en blanco es solo simbólico.

Los resultados de segunda vuelta, serán más parecidos a los del 11 marzo que a los del 27 de mayo, a menos que en cualquiera de las campañas se cometan errores garrafales. Y en su discurso pos primera vuelta, Petro fue franco: su modelo es el estado colectivista. Mencionó la educación pública gratuita, la financiación pública para pequeños empresarios, no se sabe si fortaleciendo la que hay o nacionalizando la banca; el pequeño empresario es el único sector privado que él acepta, anuncia mejora salarial sin atender a realidades económicas, y demás recetas ya conocidas de la izquierda latinoamericana.

Y que los empresarios, tan afines en el gobierno Santos y al mamertismo reinante, basta ver la prensa, no se llamen a engaño: el modelo planificador sigue subiendo, en gran parte gracias a ese contubernio sector público y sector privado. 

A menos que suceda algo extraordinario, Duque será el nuevo presidente de Colombia. Aunque su victoria es de base uribista, su votación muestra que tiene caudal propio, y acompañado de una vicepresidenta independiente como Martha Lucía Ramírez, es importante, sobre todo a nivel internacional, mostrar su independencia de Uribe, sin que ello implique traición al estilo Santos.

Y que muy rápidamente implante cambios institucionalizadores que empiecen a enderezar la ruptura legal del gobierno Santos. La economía debe ser su primer objetivo: buena economía aleja los fantasmas del populismo. Y ello empieza por desmontar el brutal gasto estatal, y racionalizar la política fiscal.

Si Duque falla, el estado liberal colombiano habrá muerto y en cuatro años caerá en manos del socialismo del siglo XXI. No esperamos que sea el rey Midas, pero que si separe bastante del rey Sadim.

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