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El miedo a la libertad… es camino de servidumbre
La sana economía de mercado, no es la que tenemos en Colombia.
Sábado, 26 de Mayo de 2018

En el libro de Erich Fromm “El Miedo a la Libertad”, el sociosicologo alemán plantea que la mayoría de la gente está dispuesta a ceder su libertad en aras de la seguridad. “Los principios del liberalismo económico, de la democracia política, de la autonomía religiosa y del individualismo en la vida personal, dieron expresión al anhelo de libertad”, establece en su libro. Pero el ejercicio de la libertad plantea riesgos que muchos no quieren asumir por miedo a consecuencias indeseadas; porque el ejercicio de la libertad individual plantea igualmente responsabilidad personal. Ese es el encanto de la masa; la responsabilidad se diluye. 

El hace su análisis al pueblo alemán en el período del nazismo y su carácter de estado policiaco. Y cita en su libro un comentario del filósofo estadounidense John Dewey, quien escribió: “La amenaza más seria para nuestra democracia no es la existencia de estados totalitarios extranjeros. Es la existencia en nuestras propias actitudes personales y en nuestras propias instituciones de aquellos mismos factores que en esos países han otorgado la victoria a la autoridad exterior y estructurado la disciplina, la uniformidad y la dependencia respecto de El Líder. Por tanto, el campo de batalla está también aquí: en nosotros mismos y en nuestras instituciones”. 

Si extendemos este concepto a lo económico, llegamos al debate entre el libre mercado y la producción estatal planificada. El primero se basa y sostiene en el principio indeclinable de la libertad personal, mientras que el segundo ofrece la seguridad de equilibrar la sociedad, en el principio gaseoso del bien común. Ambos buscan el logro de la equidad. Pero la economía planificada, y su base ideológica del socialismo, “ha llegado a significar fundamentalmente una profunda redistribución de las rentas a través de los impuestos y de las instituciones del Estado benéfico”, dice el economista inglés Frederick Hayek, en su libro de los cuarenta, “Camino de servidumbre”. 

La sana economía de mercado, que no es la que tenemos en Colombia que se mueve entre el feudalismo y el laissez-faire, es el mecanismo que ha probado dar equidad a la sociedad sin tener que ceder la libertad individual. Como dijo Mark Mazower en “La Europa Negra”, “La razón de la aparición de “fascismos” estriba en el fracaso político y social de la democracia liberal”, y en los fascismos incluye al socialismo, en ese caso refiriéndose a la Europa oriental bajo poder soviético. Hayek sostiene que como los fines de la economía de mercado y la economía planificada son iguales, equidad, la discusión se debe hacer sobre los medios y no sobre los fines, estableciendo que en la economía socialista “Tenemos que centralizar la dirección de la actividad económica si deseamos conformar la distribución de la renta a las ideas actuales de justicia social”. Y centralizar lleva a que “alguien” decida que necesita cada quien y que tan igual deban ser. El líder. Basta observar hoy Venezuela.

Lo que debemos hacer es intentar el capitalismo de competencia, que Petro habla de imponer mediante un estado colectivista. Hayek cita al filósofo e historiador francés Elie Halévy al decir que “Los socialistas creen en dos cosas que son absolutamente diferentes y hasta quizá contradictorias: libertad y organización”. Las contradicciones no son extrañas en Petro; es más, son su signo de identificación. Más bien debemos seguir lo que dijo uno de los más importantes presidentes de los Estados Unidos, Franklin Roosevelt: “Un programa cuya tesis fundamental no estriba en que el sistema de la libre empresa, orientada hacia el beneficio, haya fracasado… sino en que no ha sido todavía intentado”.

Esta elección presidencial que se avecina está contaminada de buenos propósitos, por eso lo importante es fijarse en los métodos que proponen para lograr equidad, encontrando las paradojas en varios de ellos, pues finalmente de lo que se trata es de escoger entre promesas de seguridad no sostenible, que es seguir por el camino de la economía extractiva y la equidad vía subsidios, y la libertad, no sólo de empresa, buscando cada vez más competencia, y menos monopolios u oligopolios, que permitan la generación sostenible de riqueza. Teniendo claro que el coro de fondo en los medios de comunicación es en favor del “progresismo” colectivista.

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