La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
El escapulario
Anverso y reverso
Jueves, 14 de Julio de 2022

Yo no estoy muy seguro de si Adán y Eva eran devotos de la Virgen del Carmen. Lo digo porque la devoción a la Señora del Monte Carmelo es una de las más antiguas, si no la más antigua, en el mundo religioso. Con decirles que el profeta Elías, el del Antiguo Testamento, ya tenía esa devoción. Cuentan que en tiempos de una sequía en Israel, Elías se pegó la trepada al monte a pedir una lloviznita. Parecido a las rogativas que ahora le hacemos a San Isidro Labrador para que quite el agua y ponga el sol, o para que mande lluvia y quite el sol.

Pues bien, después de mucho rogar y de subir varias veces al Carmelo, a Elías se le apareció una nubecilla, cargada de agua, señal de que la señora del Monte le había hecho el milagro.

Desde entonces Nuestra Señora del Monte Carmelo ha estado siempre pendiente de sus devotos. En algunos cuadros la pintan, sacando almas del Purgatorio para llevarlas al Cielo, porque esa es una de sus promesas. Los marineros la tienen como su patrona y son muchos los milagros que se cuentan de ella en alta mar. Lo mismo sucede con los choferes de buses y camiones de carreteras y conductores de taxis en la ciudad, para quienes la Virgen del Carmen es su protectora. Creyente que se respete y tenga carro, es creyente que lleva su pichirilo a que lo bendigan el 16 de julio, día de la santa patrona.

Sin lugar a dudas, su devoción es la más popular y extendida en el mundo católico. Abundan las iglesias del Carmen, las capillas del Carmen, los pueblos llamados el Carmen, las mujeres con el nombre de Carmen, Carmentea, Carmela, Carmiña y Carmelita,  y hasta nombres de hombres: José del Carmen, Carmen Emiro, Carmito, Carmen Elías…la lista es larga.

Los padres Carmelitas se han encargado de difundir la devoción carmelitana por todo el mundo. Los hay de dos clases: los padres calzados y los Carmelitas descalzos, aunque, a decir verdad, yo no he visto a ninguno a pata limpia. Pero así se llaman. Unos y otros visten de hábito marrón en las grandes solemnidades, y unos y otros predican las bondades de la Madre y las ventajas de llevar siempre el escapulario.

Los curas diocesanos no se quedan atrás en el fomento de la devoción a la reina del Carmelo. Por eso las fiestas de los pueblos, el 16 de julio, son de raca y mandaca: pólvora, música, jartata,  procesión, misa solemne, primeras comuniones, desfiles con la imagen y la imposición del santo escapulario.

Del escapulario se dicen cosas bonitas, que causan admiración. Supe de un amigo a quien le dispararon un tiro de escopeta. La bala pegó en el escapulario del amigo que llevaba en el pecho y se desvió. En la billetera el hombre carga el pedacito de paño con la efigie de la Virgen, destrozada por el impacto, pero que le salvó la vida. En los Gozos de la novena del Carmen dice: “El escapulario santo/ escudo es tan verdadero/que no hay plomo ni hay acero/ del que reciba quebranto”. Parece ser cierto.

Cuentan que a un tipo lo estaban aguaitando sus enemigos  para darle materile por cualquier venganza. La familia le puso escapulario y lo encomendó  a la Virgen del Carmen y a las ánimas del Purgatorio. Los emboscados no vieron al sentenciado, sino a un grupo de mujeres de negro que iban rezando.

 Por eso es mejor cargar el escapulario. Para que el enemigo o las culebras no nos vean. 

  gusgomar@hotmail.com                             

Temas del Día