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Presidentes afrodescendientes
Un Antonio Nariño afrodescendiente, la obra del maestro Enrique Grau.
Martes, 12 de Julio de 2022

Desde hace algunos años, creo que desde 1981, cuando el sociólogo Orlando Fals Borda publicó la primera edición de su libro “El presidente Nieto”, se agita en el país la idea del racismo con patrocinio oficial y todo porque un presidente de la República que no era negro, sino mulato, no fue admitido para engalanar la galería de primeros mandatarios en lo que hoy se conoce como Casa de Nariño o Palacio presidencial.

Una biografía breve nos describe a Juan José Nieto Gil como un personaje nacido en 1805 en Baranoa, entonces Bolívar y hoy Atlántico, y tuvo todos los atributos intelectuales y personales para ser reconocido en lo que se propuso. Como escritor, se le recuerda como autor de “Ingermina o la hija de Calamar”, novela hoy inconseguible de la que hace algunos años la Gobernación del Atlántico patrocinó una edición limitada. Como político, fue gobernador de la provincia de Cartagena en 1849 y entre 1851 y 1854. Fue presidente de la República entre el 25 de enero y el 18 de julio de 1861, es decir, seis meses. En épocas más recientes Carlos Lemos Simmonds, por ejemplo, estuvo encargado diez días y quedó con pensión de expresidente y reconocimiento con fotografía y biografía en los libros de historia. 

En vida se le hizo un óleo a Juan José Nieto Gil, que nunca pudo ser ubicado en la galería de expresidentes, pero sí fue enviado a París para que lo blanquearan o limpiaran sus rastros mulatos o afrodescendientes, como quiera llamársele, y cuando lo regresaron estuvo tirado muchos años en el Palacio de la Inquisición en Cartagena. Sólo en los últimos años el presidente Juan Manuel Santos ordenó instalar un óleo del presidente Nieto en la Casa de Nariño, y tuvo sus problemas. Parece que tuvieron que retirarlo y mediante tutela ordenar recientemente su reintegro a la galería de exmandatarios.

 En reciente visita que hice al Palacio presidencial, junto con el doctor Luis Fernando Niño López, observé que en el denominado Salón Nariño está el retrato de don Antonio Nariño, obra del pintor bogotano Ricardo Acevedo Bernal, y no está el de doña Magdalena Ortega de Nariño, su esposa, que por años permaneció en el citado Salón, obra de su descendiente Ricardo Gómez Campuzano. Al terminar de subir las escaleras para llegar al Salón Nariño, lo primero que se observa es un óleo de don Antonio Nariño, de 1.59 x 1.89 cm., titulado “Nariño y los Derechos”, de 1983, cuando faltaban 10 años para la celebración del bicentenario de la traducción y publicación del texto de “Los derechos del hombre y del ciudadano”. La novedad es que se trata de un Antonio Nariño afrodescendiente, y bastante, obra del maestro Enrique Grau. Digo novedad porque lo muestra color ébano y sabemos que es descendiente de españoles gallegos, nadie ha dicho absolutamente nada, es un óleo que no aparece en la recopilación de lujo que publicó Amazonas Editores en 1991. En Casa de Nariño no permiten el porte de celulares ni cámaras. De manera que la denominada “inclusión” llegó hace 39 años a la Casa de Nariño, nadie advirtió la novedad, y hoy, muchas personas peleándose por un óleo que ya no tiene sentido si el personaje es blanco, negro o mulato. 

 

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