Dentro de las incontables víctimas que ha dejado en el país el conflicto, que ha sobrepasado la mitad de un siglo, hay una familia ocañera que ha soportado un verdadero calvario, por el secuestro, muerte y desaparición de varios de sus seres queridos.
Se trata de los Cabrales Aycardi, los descendientes del prestigioso y caritativo médico Ramón Cabrales Pacheco, que a lo largo de su oficio humanitario, atendió a numerosos pacientes, sin ningún tipo de discriminación: edad, género, condición social o económica.
Recuerdo al doctor Cabrales cuando mi mamá me llevaba a revisión ante cualquier dolencia riesgosa, y en mi memoria prevalece la figura de un señor amable, que solo con su forma de hablar , sentía que mis dolencias desaparecían.
Él fue respetado y apreciado por muchos ocañeros, como facultativo y como persona, de manera que le auguraban una vida tranquila y placentera, pero parece que eso no fue suficiente para ahuyentar o disuadir a los que querían lastimar a sus hijos.
Como en este país se convirtió en un pecado contar con cierta comodidad económica, de ser propietario de alguna finca ganadera, al parecer, uno de los grupos subversivos que operaba en límites entre los municipios cesarenses de San Martín y San Alberto, sobre las riberas del río Lebrija, resolvió secuestrar al hijo mayor, Pedro, y 25 años después , solo se especuló que estaba en poder del Epl, y no obstante haber pagado el rescate, nunca se supo más de su suerte.
Tres años más tarde, el tercero de los cuatros hermanos, Ramón, fue raptado por supuestos guerrilleros de las Farc, y a pesar de las advertencias y los llamados de clemencia por su delicado estado de salud, aceptaron el canje por el hermano menor Federico, pero lo que recibieron fue el cadáver del plagiado.
El doble dolor que envolvió a la familia, no evitó el pago de una fuerte suma de dinero por el regreso del canjeado, que volvió a la ciudad con la gran frustración de no haber podido salvar a su hermano.
Y cuando se creía que la familia Cabrales Aycardi ya había pagado la costosa y dolorosa cuota del conflicto, hoy, después de cumplir un poco más de un mes, el apreciado pediatra Manuel, conocido cariñosamente como “Che”, padece la ausencia forzosa de su segundo hijo Ramón, o Moncho.
Las miradas escrutadoras de sus angustiados padres , parecían buscar respuestas en el infinito: ¿por qué razón nos ha tocado padecer una de las penas más dolorosas e inexplicables como es el secuestro?
A quienes conocimos al doctor Ramón Cabrales, a toda su familia, podemos dar fe, que hacen parte de los ocañeros más representativos, y que no nos explicamos las razones por las cuales los movimientos subversivos más reconocidos del país, se ensañaron contra gente buena y honorable.
En un momento tan trascendental para iniciar la búsqueda de la esquiva y anhelada paz de Colombia, cuando el Eln está a punto de emular lo que han facilitado las Farc , que bueno sería que liberaran a Moncho Cabrales, para que la calma retorne a los corazones de sus progenitores, hijos, esposa, hermanos, y la infinidad de ocañeros que lo aprecian.
Los Cabrales Aycardi, y una descendencia que ha heredado sus condiciones de gente de bien, y que le sigue aportando a la región y al país, merecen el final del injusto e inexplicable drama.