En no pocos casos, los candidatos a cargos de elección popular, con la venia de los partidos y los movimientos que los apoyan, sobrepasan el monto de los gastos autorizados para financiación de las campañas. Algunos se exceden sin importarles los controles legales.
Pero el dinero destinado a una campaña puede ser un indicador de còmo se utilizarà el cargo al que se espera llegar. Comprometer tantos recursos en una causa electoral crea amarres que influirán posteriormente en el manejo de presupuestos oficiales si se hace efectiva la aspiración del candidato.
En un reciente artículo publicado en La Silla Vacìa sobre las campañas en Cùcuta se calculò que algunas estarían invirtiendo hasta $ 10.000 millones teniendo como objetivo la Alcaldìa. Ese costo equivale a un despropósito si se toma en cuenta que el sueldo del alcalde es de $ 10.000.000 mensuales. ¿Còmo recuperar tamaña inversión? O se recibieron aportes que generalmente provienen de contratistas o de mafiosos urgidos de poder, a los cuales se les debe reponer lo gastado, o se tiene ya calculado meterle la mano al erario mediante operaciones de rampante corrupciòn para pagar las deudas contraídas.
El reparto de regalos, como carnada proselitista, el pago de adhesiones, la remuneración a pescadores de votos, el pago al elector en dinero contante y sonante a la entrada a los centros de votación, son gastos que se han vuelto corrientes en los comicios. No hay pudor cuando la meta es hacerse al poder.
Eso se hace como recurso esencial, pues es mucho màs efectivo que gastar tiempo en armar propuestas programáticas. Las técnicas de corrupción resultan mucho màs decisivas que el ejercicio de estudiar soluciones para los problemas comunes. El politiquero ya sabe que el elector prefiere el halago del dinero o de un regalo cualquiera, que propuestas sobre salud, educación, seguridad, saneamiento ambiental y otros temas de interés para todos.
Asì se ha consentido el robo continuo de los recursos oficiales. Es la vìa del enriquecimiento ilícito con la garantía de impunidad, pues los organismos de control son cómplices de los depredadores de los presupuestos de las entidades pùblicas.
El despliegue de algunas campañas es la señal de su entramado fraudulento. Se regocijan de su capacidad para engañar incautos, porque es lo que les garantiza la llagada a la meta que se han propuesto. Desgraciadamente cuentan con la ayuda de los oportunistas, de funcionarios prevaricadores y con la falta de conciencia de muchos electores, que se dejan embaucar en las causas contrarias a lo que debiera ser la política como compromiso de buen Gobierno y defensa de la democracia.
Todo lleva a pensar que el derecho a elegir y ser elegido ha caído en el pantano de la abyección y del cinismo. Se llega a la desoladora conclusiòn de que sin corrupción no hay paraíso, es decir, poder.
Puntada
Una equivocación de los cucuteños en la elección de su próximo Alcalde llevarà la ciudad al desastre, porque agudizarà los problemas. Elegir un corrupto sería tirar por la borda las llaves de las soluciones. Es como jugar con candela.