El presidente de los Estados Unidos Donald Trump ha decidido acabar con las líneas de política exterior de su predecesor Barack Obama. Solo por mencionar algunos hitos de sus primeros días de gobierno, reorganizó el Consejo de Seguridad Nacional, reemplazando a los principales funcionarios de inteligencia del comité por asesores políticos y, al mismo tiempo, marginalizó de los temas de seguridad, al Director de Inteligencia Nacional y a los Jefes de Estado Mayor Conjunto.
Por otro lado, anunció la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México con una inversión de millones de dólares como estrategia de seguridad fronteriza, mientras que suspendió la firma de una orden ejecutiva para fortalecer asuntos de ciberseguridad y programas de contrainteligencia.
Como si esto fuera poco y en tan solo un par semanas, el presidente Trump decretó la prohibición de entrada a inmigrantes de países de mayoría musulmana y a refugiados.
En este contexto, necesitamos pensar cómo reaccionará Colombia en el nuevo escenario internacional. Así, es importante entender que a lo largo de la historia de los Estados Unidos su política exterior se ha debatido entre dos tendencias: la de intervenir o la de aislarse de los asuntos del mundo. Estamos entrando en una era de aislamiento por parte del gobierno y la administración de Donald Trump.
Por eso, nuestro país debe comenzar a fortalecer las relaciones con otras ramas del poder en el país. Me refiero a fortalecer la relación con republicanos y demócratas en el Congreso de los Estados Unidos, así como los lazos de cooperación y de diálogo bipartidistas, con miras a mantener los apoyos internacionales para el proceso de implementación del acuerdo de paz.
Tradicionalmente, nuestras relaciones bilaterales, aunque han sido fluidas y de cooperación; han privilegiado al Gobierno de los Estados Unidos, más allá del Congreso de ese país. Es hora de cambiar nuestra política exterior.
El Congreso de Estados Unidos no es solamente el principal órgano legislativo del país, sino que tiene el llamado “poder de la billetera”. Así, en el sistema democrático norteamericano el legislativo puede autorizar o no el gasto presupuestal al Ejecutivo. En ese marco, es necesario que el Gobierno Nacional y el Congreso de la República fortalezcan su diálogo de cooperación con el Congreso de los Estados Unidos en una estrategia bipartidista. La continuidad de una relación estrecha de Colombia con los Estados Unidos pasa hoy más que nunca por el Congreso norteamericano.