Estamos en época navideña y de seguro la mayoría de colombianos está en modo reflexión y en el disfrute de la compañía familiar y de amigos. Sin embargo, creo importante que agreguemos a esa reflexión la cuestión política que se avecina y que recorre desde ya las calles y mentes de todos.

Lo anterior incluye a los apolíticos porque incluso esta postura también es una forma de ser político. En esa medida hay que advertirles a todos que de la política no se debe guardar nadie porque sus efectos muchas veces pueden lastimar como látigo en llamas.

Puede decirse que se despeja el panorama político con la definición de las listas de candidatos a la Cámara y al Senado de los diversos partidos y movimientos ciudadanos. Como siempre habrá candidatos sólidos y con propuestas interesantes, otros con pobres propuestas y una mayoría sin propuestas que solo van a figurar allí para consolidar empresas electorales y a adquirir poder.

No seré yo la autoridad para determinar quiénes son quienes, pero si quisiera exhortar a la ciudadanía activa a ser guardianes de nuestra democracia constitucional para que sean los mejores desde lo moral, profesional e ideológico quienes queden electos el próximo año.

No sobra la advertencia porque muchas veces se pierde de vista que una de las grandes falencias de nuestro sistema político es el hecho de tener ciudadanos pasivos. Esa pasividad puede ser riesgosa para que las élites de siempre sigan determinando el futuro de Colombia y así no se consolide el poder del autogobierno colectivo que implica decisiones racionales al momento de determinar las principales cuestiones políticas.

En efecto, no importa la corriente ideológica que se defienda lo importante es que los candidatos presenten propuestas serias, contextualizadas, con posibilidades institucionales y financieras de lograrse, para que no vengan con cantos de sirena electorales de ser la solución a las principales problemáticas económicas y sociales que vive nuestra región y país. 

Para el caso de Cúcuta y Norte de Santander debemos exigir candidatos que tengan capacidad intelectual, moral, que no se dejen envolver por las ortodoxias económicas y políticas; que tengan claro que nuestra situación social requiere soluciones integrales como: marcos regulatorios especiales en temas de frontera en tributos; inversión grande en educación para incentivar la creación de empresa, empleo y la formalización laboral; protección ambiental; así como más competencias jurídicas que posibiliten la autonomía regional y la descentralización administrativa.

No debemos fijarnos solamente en las caras amables, de hipocresía meditada, sino en cada letra, idea, palabra que manifieste cada uno de los candidatos de los distintos sectores políticos para prever cuál será su actuación en el futuro una vez sea elegido y poder saber de manera clara lo que vendrá para nuestra región y país con el nuevo Congreso que se proyecta.

Es el momento de analizar la información, no podemos equivocarnos y votar solo por una religión, un carácter, un mesías, un color, sino principalmente por las propuestas que se presenten. En definitiva, será con las ideas y no con las “máquinas” para hacer campañas y candidatos como salvaremos la legitimización del Estado social y democrático de Derecho que debería ser Colombia.

Obiter. Sería simbólico e importante que el candidato liberal a la Cámara de Representantes por Norte de Santander que ha militado en diferentes partidos políticos –Uribismo, Todos por Cúcuta, Cambio Radical- en un acto de humildad política jurase de manera pública que será leal al ideario programático del partido Liberal para que haya más claridad de que será un liberal por convicción y no por conveniencia.