El mundo se sorprendió con un virus cuyo origen lo ubicó en Wuhan, pero que casualmente no llegó a expandirse en ciudades chinas cercanas e inmensas, cuya propagación hubiera podido llegar a proporciones inimaginables, sin saberse ciertamente cuántos fueron los muertos por ser un régimen totalitario, pero, casualmente se expandió por el viejo continente, generando gran mortandad y llegando a un confinamiento estricto, hasta que los médicos italianos desconfiaron del resultado pregonado por la OMS, y llevó ello a cambiar el tratamiento en Italia y España, que afortunadamente les ha permitido volver a la normalidad, hablándose de guerra biológica aupada por China.
A Colombia llegó vía aérea, con control parcial inicialmente, recurriéndose al confinamiento, con resultados positivos en ciertos sectores, pero con gran cantidad de personas en la calle sin medidas de protección, que luego de la apertura gradual, por la parálisis económica y la crisis de muchas personas, se ha traducido en un incremento diario desbordado en ciudades como Barranquilla, Cali y Cartagena, y lógicamente Bogotá, por el número de habitantes. Afortunadamente, sin tantas muertes, siendo innegable que faltó autoridad para sancionar a los desadaptados sociales irresponsables, demostrándose la debilidad del sistema de salud, siendo los médicos y enfermeros los grandes sacrificados.
No entiendo, y es pregunta recurrente, por qué se apartó Estados Unidos de la ayuda a la OMS; debe haber algo más de fondo. En Italia y España se concluyó que el mal generado conllevaba a trombosis, tratada con antiinflamatorios y anticoagulantes entre otros fármacos, siendo diferente el trato de la pandemia al recomendado por la OMS, sin que sepamos a ciencia cierta qué sistema estamos aplicando.
Toda crisis conlleva a problemas: trabajo desde la casa, universidades y colegios con sistema virtual, afectados los niños y jóvenes al no poder salir a hacer ejercicios en esta época, todo ello, en aras de buscar defender la salud de los ciudadanos, en especial los niños. Con encierro forzoso de los mayores de 70 años, que se ven privados de caminatas, coger sol que les da vitamina, reciben trato discriminatorio y deben permanecer encerrados.
Lo positivo: ha permitido el fortalecimiento de la unión familiar; disfrutar la familia, gozar los hijos, lo cual es imposible totalmente desde el sistema presencial. Ha disminuido el hueco de la capa de ozono a niveles de muchos años atrás, benéficos para el planeta; se ha evitado botar plásticos y basuras en océanos, en el campo han vuelto los animales a disfrutar lo que les pertenecía antes de los avances tecnológicos del hombre, en detrimento de nuestro sistema ambiental, sin pensar en el fracking y explotación del oro, pero sí entendiendo que el hombre debe cambiar y pensar más en el bienestar social que en el dinero, y que la formación de comunidades tuvo un origen común, la defensa en grupo ante los animales de la época.
Lastimosamente, así como se ha mostrado el espíritu de solidaridad, no han faltado los timadores que han visto en las ayudas el medio para su enriquecimiento personal, situación que afortunadamente ha estado controlada aparentemente por la Procuraduría, Fiscalía y Contraloría en un frente común. Quiera Dios que a estos bandidos les caiga con todo el rigor el peso de la ley.
Pasará tiempo para determinar si el virus se creó para perjudicar a la humanidad o iniciar las acciones pertinentes en beneficio de ella.
Lo negativo: hemos visto la real desigualdad social, la ausencia de tecnología en muchos hogares, el nivel paupérrimo y de hambre de mucha población, la carencia de recursos en muchas familias, y un nivel en materia de salud miserable con médicos mal remunerados y expuestos a entregar su vida como ha ocurrido con varios de ellos, y se ha demostrado que el mayor depredador es el hombre, en el afán por su enriquecimiento, con fundamento en las tecnologías que antes que estar al servicio del pueblo, lo somete y solo se les mira como objetos para dominar el mundo los más pudientes.