La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Añorando a Chava
Si Isabel  Celis Yáñez no  hubiera muerto  tan apresuradamente,  Ocaña  no  estaría sumida  en  un  retroceso tan  preocupante. 
Miércoles, 25 de Julio de 2018

No fui su amigo. Porque trabajé en  la  Alcaldía de Manuel Salvador Alsina Carrascal  me gané cierta animadversión. No compartí algunas de sus actuaciones políticas. Con ella  hablé muy pocas veces.

Cuando murió en  el  fatídico accidente de tránsito en Puerto  López en el 2002, lo lamenté y reconocí la  gran pérdida para Ocaña y la región.

Si en el corto tiempo que fue representante a la Cámara y senadora, gestionó importantes logros para la ciudad y los municipios de la antigua provincia, como una seccional  de Invías, sin ser capital, además de la inclusión en la zona de fronteras, si la parca  no la hubiera arrebatado , seguramente que  tendríamos un hospital con tercer nivel y más amplio locativamente.

Con el poder que había logrado Isabel Celis Yáñez a comienzos de este siglo en el  Congreso, tendríamos una universidad independiente, variantes en  Ábrego y Ocaña, para evitar el tránsito de tractocamiones por  sus áreas urbanas, con el deterioro de calles y viviendas, y lo más  importante, la muerte de personas en accidentes  de tránsito.

Si la aguerrida y pujante villacarense no hubiera fallecido en carreteras del departamento del Meta, muy probablemente no  tendríamos un aeropuerto inservible a nivel  comercial y hasta el terminal aéreo Hacaritama, de Aguachica, estuviera funcionando con una pista de 1.800 metros, con vuelos  nacionales y hasta internacionales.

El cariño por la tierra y su protagonismo político se hubiesen evidenciado en  buenas carreteras para comunicarnos con Cúcuta, Bucaramanga, el centro del país y la  Costa Atlántica, antes de la terrible decepción  del tramo que nos correspondía en la ruta del  Sol, con el escándalo de Odebrecht.

Con la exposición de las tantas necesidades que tiene Ocaña y los municipios  vecinos, y ante la imposibilidad de que sean  resueltas debido a la orfandad política  que padecemos, parece  que  la  única  opción  es  conformarnos con lo  que pudimos  obtener y  que lamentablemente  se  truncaron  quizá  por  designios  divinos,  como  podrían expresar los  creyentes.

Dejando  a  un  lado las  cuestiones  sobrenaturales y dándole  paso  a  la  ciencias  sociales, habrá  que  emprender investigaciones con  politólogos, sociólogos y hasta  antropólogos,  para  hallar  las  causas del  bajonazo  político en  la  ciudad  y  la  región.

Por qué,  después  de  contar con seis  congresistas  entre representantes  y senadores,  nos  quedamos  con tan  solo  un parlamentario? Claro,  hay  que  aceptar, ellos  solo  se  preocupaban  por  conseguirles  puestos  a  sus amigos,  y  casi  nunca se  unieron  para exigir obras.

Las  transformaciones  electorales, la ‘extinción’  de líderes  políticos y  la  corrupción,  representada  en los agentes que compran  votos para los candidatos  de Norte de  Santander  y de aspirantes  de  diferentes sectores   del  país, han  dejado  como  consecuencias la  desidia y  abandono departamental  y  nacional.

Y  aunque  suene tonta  la  reflexión, si Isabel  Celis Yáñez no  hubiera muerto  tan apresuradamente,  Ocaña  no  estaría sumida  en  un  retroceso tan  preocupante,  porque  ella, con  la  carrera política que asumía, seguramente  hubiera  escalado las  más  altas responsabilidades en  los  planos legislativo y  gubernamentales,  y  a  través de ella,  Ocaña  y  la  región,  hubieran  resuelto muchos  de  los  problemas  o  necesidades  que nos  afectan.

Reitero,  pese  a  que tuve  poca  empatía y  escasas  relaciones  amistosas con  ella, reconozco  que ¡Chava nos  hace  mucha falta!         

Temas del Día